dimarts, 29 de novembre del 2005

Les fogueres de l'odi

Magnífic, com sempre, André Glucksmann.
El diagnóstico es el mismo en todas partes: fracaso de la integración. ¿Y si fuese lo contrario? Los inmigrantes de primera generación no le prendían fuego a sus chabolas, mucho más sórdidas. Sus hijos son franceses y se comportan como franceses, incluso cuando, con otros franceses "de pura cepa", tienen la cerilla rápida. No son, como se les hace creer por racismo compasivo, los condenados de la tierra. La quema de los suburbios es una prueba de que la integración se ha llevado a cabo: todo depende de cómo y a qué se integre uno.