Durante medio siglo, las naciones prósperas —y las estrellas de rock— han apostado a la ayuda exterior para superar el subdesarrollo. La ayuda exterior nació a fines de la década del 40 con el programa del Presidente Truman conocido como "Punto Cuatro", en parte destinado a prevenir la expansión del comunismo. Y, a juzgar por los presupuestos cada vez más abultados y el llamamiento que hizo la ONU el año pasado a favor de una duplicación de las transferencias para 2015, quienes pretenden gatillar la prosperidad en los países atrasados siguen creyendo en ella. No prestan atención al hecho de que en el África subsahariana, la región a la cual se ha destinado la mayor parte de la ayuda externa en el último cuarto de siglo, el ingreso per cápita ha caído un 11 por ciento en ese mismo período.
Numerosas iniciativas estatales basadas en donaciones y programas de capacitación también han fracasado. Los pobres claman por algo distinto: un contexto mínimamente seguro en el cual emprender un proyecto rentable no sea una agobiante pesadilla burocrática y legal. El mundo está repleto de ejemplos de comunidades pobres e incultas que han sido capaces de crear riqueza gracias al espíritu emprendedor antes que a la asistencia estatal.
(Josep Pla)
dilluns, 30 d’octubre del 2006
La lliçó dels pobres
Álvaro Vargas Llosa fa una glosa del premi Nobel d'Economia d'enguany, Mohammad Yunus. Un premi sorprenent, diu, perquè habitualment s'atorga als que pensen que la riquesa és un joc de suma zero pel qual uns països són rics perquè altres són pobres.