dimecres, 29 de novembre del 2006

"Me di cuenta de que no conocía a nadie que fuera menos inteligente que yo"

Agradablement sorprenent el discurs de Mariano Rajoy a la presentació de la pol·lèmica biografía d'Esperanza Aguirre, 'La presidenta', escrita per Virginia Drake. Vía Arcadi Espada.
"Hace algunos años, descubrí algo que me produjo una cierta perplejidad. Me di cuenta de que no conocía a nadie que fuera menos inteligente que yo. Este hallazgo tuvo lugar coincidiendo con los primeros meses de mi vida en Madrid, adonde yo había llegado desde un pequeño lugar en el lejano noroeste español.

Lo malo es que desde entonces no he cambiado de opinión. Y como necesitaba seguir vivo ustedes me entienden, uno quiere seguir por aquí al menos de momento, no me quedó otra que inventarme algo para suplir tan descomunal carencia. Bien es verdad que, dado el punto de partida del que les acabo de hablar, es decir, mi lugar en el escalafón de los niveles de inteligencia, no era fácil que de mi reflexión saliera algo bueno ni al uso.

Lo que se me ocurrió al final fue que mientras estuviera ocupado en asuntos políticos las cuestiones del resto de mi vida es evidente que no le importan a casi nadie, había que intentar, que otra cosa es conseguirlo, lo siguiente.

Defender el interés general. Es decir, el del común de los españoles. Es una buena referencia para tomar decisiones cuando hay que hacerlo y tienes dudas.

Defender el interés de mi partido, dado que si estoy en él y no en otro es porque pienso, acertado o no, que es el más útil para ese supremo objetivo del que antes les hablaba y al que llamaba interés general.

Distinguir entre personas. Esto no es baladí. Hay que convivir con quien corresponda, pero no olvidar que cada cual es cada cual, que de todo hay en la viña del Señor.

Decir la verdad, o al menos no decir lo que no es verdad.

Por último, prestar atención a lo que importa y desdeñar lo que es banal o accesorio. Lo más difícil de todo, porque los españoles tenemos una cierta tendencia a la distracción, como podemos comprobar casi todos los días.

Éstos son los principios en los que intento inspirarme cuando tengo dudas sobre lo que debo hacer, como por ejemplo ocurre en el día de hoy. Como saben, perdón por la obviedad, hoy presentamos un libro. Una biografía. Las biografías, se supone, sirven a un objetivo principal: que quien quiera pueda conocer o saber más de una determinada personalidad. En este caso hablamos de Esperanza Aguirre.

Conozco a Esperanza Aguirre desde hace muchos años. No necesito, por más que de todo y de todos se pueda aprender en esta vida, leer un libro para decir lo más importante que tengo que decir hoy. Esperanza es uno de los activos más importantes que tiene en la actualidad nuestra vida política. Y no andamos sobrados, precisamente, en la política española.

Entra en la categoría de los hechos objetivos, que no de los juicios de valor, la afirmación de que su dedicación a la política no responde a ningún interés personal, sino al intento de que las cosas vayan mejor para sus compatriotas, lo que naturalmente es compatible con la legítima ambición política. Queridos amigos, en la política busquen siempre a los que no tienen intereses personales, es la mejor forma de no equivocarse.

Ella es capaz, dedica su vida a la política, lo hace por vocación y lo hace bien. Y es persona, para mí eso cuenta. A otros eso les importa un comino. Y no es perfecta. Al igual que ustedes tampoco lo son, aunque alguno pueda pensar lo contrario. ¿O sí? De esa condición sólo conozco la excepción que confirma la regla general. De ésos no hay más que uno por generación. En la nuestra, el señor Rodríguez Zapatero. ¡Qué le vamos a hacer!

Esto es lo importante, lo que yo quería decir hoy. Ya he resumido el contenido del libro. Pero hay más. Por eso les digo que lo lean. Se lo digo con la autoridad que me da el hecho de que en él no se habla bien de mí... Tampoco mal, no sean ustedes mal pensados... Yo no soy el objeto del libro ni nadie pensó en mí al hacerlo.

La resta del discurs, aquí.