He trobat, via Barcepundit, aquesta petita anàlisi del que passa a Somàlia i a l'ONU. No cal afegir-hi res de substancial.
Todo estaba preparado para recibir con los brazos abiertos la victoria de los Tribunales Islámicos en su golpe de estado. La izquierda mundial ya estaba ensayando frente al espejo las lágrimas de cocodrilo y la cara de “qué le vamos a hacer” para el gobierno somalí legítimo. Yo ya había visto un reportaje de la CNN que decía que los Tribunales Islámicos no son como al-Qaeda ni los talibanes, hay diferencias, por ejemplo, éstos son negros, y hay muchas más cosas aún más fundamentales que ahora –y luego también– sería muy largo enumerar, vamos nada de nada que ver. Y resulta que al gobierno somalí se le ocurre pedir ayuda a su aliado, Etiopía. Qué atrevimiento, ni que fuera la España republicana. Y justo cuando la izquierda mundial, ONU incluida, esperaba una estrepitosa derrota de los ejércitos etíopes a manos de los heroicos partisanos muyahidin que tan sólo defendían su tierra –que acababan de robar a sangre y fuego–, va Etiopía y le da a los Tribunales Islámicos la paliza que un ejército tercermundista mínimamente organizado y provisto de aviación necesariamente ha de propinar a una horda bárbara. El plan perfecto por los suelos y consiguiente cabreo gordo; los Tribunales Islámicos declaran que su retirada es una maniobra de diversión (leñe entonces no te delates tú mismo).
Y entonces es cuando la ONU actúa con tal urgencia –la misma ONU que contempla inactiva Ruanda, Sudán, etcétera– que, al no poder obtener inmediatamente una resolución votada por los países miembros del Consejo de Seguridad, es la presidencia del Consejo la que emite una resolución exigiendo la retirada de las tropas etíopes. Eso sí, la resolución habla en nombre del “Consejo de Seguridad” sin más, después de todo el presidente del CS no responde ante nadie.