El acertijo era de fácil resolución: si antes del atentado de Barajas ETA no había anunciado el fin de la tregua era porque su objetivo consistía en mostrar que el ‘alto el fuego’ seguía vigente después de la explosión de más de media tonelada de amonal. Se trataba de un simple aviso para los navegantes despistados que como el presidente Zapatero creían que cada día sin muertos -cuántas veces se ha repetido esto, como si la tregua tuviera ya tres años de edad- suponía un aval para una política apoyada sobre la ciega confianza en que pasase lo que pasase todo iba hacia lo mejor, en dirección a ‘la paz’, aunque se descubrieran zulos, robos masivos de pistolas y los etarras se exhibieran con ráfagas de disparos. Los dos ecuatorianos fallecidos vinieron a enturbiar ese escenario, pero han bastado unos días de confusión entre los demócratas para que ETA comprobase que su increíble pretensión estaba en curso de ser atendida.
Fue primero EA la que clamó para evitar que tan maravilloso proceso, cargado de ilusiones, se desvaneciese por un simple acto de violencia. Siguió el lehendakari, ágil a la hora de percibir que una vez más el terrorismo de ETA le otorgaba la condición de protagonista. La manifestación convocada por el Gobierno vasco para el sábado ‘Por la paz y el diálogo’ es su expresión más acabada. En apariencia, es la consigna generosa de tantos ciudadanos vascos que desean una normalización de su sociedad. Palabras hermosas, aunque un tanto desgastadas: paz y diálogo. ¿Quién no desea la paz tras un prolongado período de ‘violencia’? ¿Quién no prefiere que la solución de un grave conflicto se alcance con los buenos modos del ‘diálogo’, sin el recurso a la fuerza? En la práctica, sin embargo, desde el ‘Arbeit macht frei’ de Auschwitz, sabemos que las palabras hermosas son utilizadas con excesiva frecuencia para encubrir horrores y errores. El caso actual lo confirma.
(Josep Pla)
dimecres, 10 de gener del 2007
ETA porta el timó
Antonio Elorza, escriu: