divendres, 5 de gener del 2007

Incompetència mortal

L'autisme i la incompetència política de Zapatero l'han portat a l'atzucac. Ni sabia el que negociava ni amb qui ho feia. I el tret li ha sortit per la culata.

Ya no hay dudas. El hallazgo de una bomba con cien kilos de amonal en Vizcaya ratifica las sospechas de que el Gobierno se equivocó de interlocutores etarras o no tuvo en cuenta el giro dado en la organización terrorista tras el verano, cuando, al parecer, su jefe Josu Ternera vio recortados sus poderes en beneficio de una dirección colegiada de la banda. Así lo aseguran fuentes de un sector del Ejecutivo, que reconocen que se han equivocado de intermediaros o han fallado los canales de comunicación.

Los servicios de información, en especial los espías del CNI, también erraron al no prevenir el atentado del sábado en el aparcamiento de Barajas (Madrid), que se ha cobrado la vida de dos personas y se ha llevado por delante el 'proceso de paz' iniciado por José Luis Rodríguez Zapatero cuando llegó al poder en 2004.

La estrategia de Zapatero se 'hundió' el 30 de diciembre en el aparcamiento de la Terminal 4. Tras el desconcierto inicial, el presidente permitió que el centro suizo Henri Dunant, que actuaba como mediador, contactara con José Antonio Urrutikoetxea (Ternera) para conocer los motivos del atentado. Y la respuesta que recibió fue la siguiente: ni conocía el atentado ni estaba de acuerdo con él (tal y como adelantó este diario). El caso es que los ejecutores de la banda habían decidido en agosto recortarle los poderes para dar otra vuelta de tuerca y exigir un precio político por dejar de matar, frontera que el Gobierno no podría atravesar.

Políticos veteranos tanto del PP como del propio PSOE no entienden muchas cosas. Por ejemplo, que Zapatero no tuviera en cuenta la historia de la banda terrorista a la hora de prever lo que podría ocurrir. No se entiende por la dilatada –y dolorosa- experiencia de los socialistas en esta lucha. Y porque entre sus miembros hay personas que sí saben lo que se juega uno cuando habla con los etarras. Por ejemplo, Kepa Aulestia, que militó en ETA hasta la amnistía de 1977 y fue secretario general de Euskadiko Ezkerra, el partido integrado en el PSE que recogió el sentir de ETA-PM: "Las treguas se abren desde la cúpula y se cierran desde los comandos", sentenció en un artículo de opinión publicado el pasado domingo en el Diario Vasco.

La resta de l'article, aquí.

En la línia dels errors del govern, Francesc de Carreras escriu a "ETA es ETA" això:


Acabar con ETA tiene poco que ver con resolver un conflicto en el que dos o más partes, con intereses legítimos, puedan llegar a acuerdos mediante cesiones mutuas. La causa del terrorismo etarra no es ningún conflicto racionalmente aceptable y legítimamente defendible, sino el intento por una pequeña parte de la población vasca de imponer su voluntad al resto mediante la violencia física. No se trata, por tanto, de resolver conflicto alguno mediante un proceso de paz. Es más, palabras como conflicto y paz son, en sí mismas, engañosas, son palabras puestas en circulación por la misma ETA, es el lenguaje del enemigo. Las sociedades democráticas están plagadas de conflictos que se resuelven por los métodos legales establecidos, nunca mediante violencia, y se busca la paz sólo cuando hay guerra.

(...)

La utilización de un lenguaje figurado ha sido, pues, otro de los errores del Gobierno que, seguro, ha sido percibido por ETA como un elemento de debilidad que le ha impulsado a confiar en que sus exigencias podían ser atendidas.
Por tanto, en la política gubernamental ha habido errores de planteamiento y errores de actuación. Seguro que ETA ha visto como Zapatero se jugaba mucho en el envite y ha decidido, como en otras ocasiones, ir a por todas. Como decíamos, ETA es ETA. Sólo se la combatirá de forma eficaz si se estudia atentamente su historia y su anterior modo de actuar. Aquí no valen modelos irlandeses, ni métodos de resolución de conflictos, ni supuestos procesos de paz cuando no hay guerra.
Lo que se necesita es volver a donde estábamos, al pacto antiterrorista del que nunca debiéramos habernos apartado. Con él, ETA llegó a su más alto grado de debilidad. El PP, por su parte, no debería intentar sacar ventajas políticas ante los evidentes errores del Gobierno y prestarse, sin más, a reanudar el pacto. Efectivamente, no es el momento de hacer oposición, sino de retornar a un gran pacto de Estado.