Angela Merkel ha trabajado duro, hasta el punto de que antes de entrar en la Cumbre los aspectos más importantes estaban cerrados. Ante el mensaje que la ciudadanía les había enviado con su «no» al Tratado nuestros gobernantes, tras mucho reflexionar, han concluido que el problema son los ciudadanos. ¿Qué necesidad hay de tenerlos en consideración? ¿Quiénes son ellos para ocasionarles tamaño trastorno? Al fin y al cabo, el ciudadano de a pie no está preparado para juzgar problemas de tal complejidad y, sobre todo, no es quién para poner en peligro un proceso de tanta trascendencia histórica. Tan Tratado es el que resultó fallido como el naciente, pero uno pasó por las urnas y el otro seguirá el trámite parlamentario.
Sin lugar a dudas el logro más importante de la Cumbre de Bruselas ha sido sacar adelante casi todo lo incluido en el difunto Tratado de la Constitución, que fue rechazado por la ciudadanía, pero ahora sin contar con la participación directa de la población. Toda una lección de cómo en Bruselas se interpreta la democracia. Y eso que los sondeos de opinión recogían el deseo de la gente de ir a votar. Como ya apuntamos desde estas páginas días atrás, un estudio realizado por la firma Harris concluía que el 75 por ciento de los españoles, el 71 por ciento de los alemanes, el 69 por ciento de los británicos y el 64 por ciento de los franceses considera que la importancia del nuevo tratado requiere ser aprobado en referendo.
El rechazo al Tratado de la Constitución suponía un fracaso de los federalistas, que tendrían que ceder posiciones: y, efectivamente, no hay «Constitución» sino reforma de tratados; se pospone la aplicación de la reforma del sistema de votación de Niza; no hay ministro de Asuntos Exteriores... pero, lo fundamental se mantiene. Los británicos han resuelto sus diferencias mediante un mecanismo de no vinculación.
España partía desde una posición complicada. Por una parte nuestro gobierno se sitúa entre los más europeístas. Cuando no se cree demasiado en el propio estado hay que recurrir a estructuras exteriores, por muy en ciernes que se encuentren. Pero esa posición ya había sido derrotada. Por otra parte, el prestigio de nuestro presidente en Bruselas está por los suelos. La secretaría de Estado para Asuntos Europeos ha realizado un trabajo profesional, tratando de situarnos en una posición realista. Algo que en circunstancias normales no hubiera llamado la atención. Es lo que se espera de ella. Sin embargo, ante los bandazos dados por La Moncloa, cediendo en todas direcciones para hacerse perdonar desplantes, opas, regularizaciones de emigrantes, política antiterrorista... la secretaría nos ha permitido mantener la figura compuesta. Llegamos a Bruselas con todo entregado, en un nuevo ejemplo de rendición preventiva. Al final, los polacos defendieron nuestros intereses allí donde nuestro presidente los había abandonado.
El espectáculo de querer presentar a Zapatero como el hombre providencial que supo encauzar la cumbre cuando parecía abocada al fracaso es patético. Fiel a sí mismo, llegó sin saberse la lección, no tuvo intervenciones significativas, vendió su voto a cambio de que le dejaran salir en la foto y luego se prestó a participar en un montaje ridículo sobre su relevante papel en la política europea.
(Josep Pla)
dijous, 28 de juny del 2007
Més sobre el despotisme europeista
Florentino Portero a l'ABC: