dimarts, 31 de juliol del 2007

Discriminació? Ni positiva.

"Discriminación, ni la positiva para la pobre lengua catalana", d'Iván Tubau a El Mundo de Cataluña:

Los comunistas españoles consideraban execrables las dictaduras de Franco o Salazar -ahí no podemos sino alabarles el gusto-, pero encontraban estupendas o cuando menos justificables la de los sucesores de Stalin, la de Mao o la de Fidel Castro.

Hasta que llegó Santiago Carrillo -yo estaba por cierto entonces en Cuba- y mandó a parar. Carrillo, que a los 90 años sigue vivo y lúcido, era secretario general de La Cosa. Pero ello no le impidió pronunciar una de las frases más sabias del siglo pasado: «Dictadura, ni la del proletariado». O sea: esa dictadura (que en realidad fue siempre la del aparato leninista) era tan execrable como cualquier otra y se había impuesto, como el franquismo, por la violencia. Pero después los estadounidenses inventaron otra, que no necesitaba guerra civil ni asesinatos en masa para reinar: la politically correctness: la corrección política, lo políticamente correcto.

Que tuvo consecuencias catastróficas para la libertad de expresión, al propiciar la autocensura. Pero en este último día previo a mis vacaciones de agosto me ocuparé, con la brevedad prevista, de otra consecuencia indeseable: la discriminación positiva.¿Cómo se llega a eso? Unas personas son menos afortunadas que otras, lo cual es malo. ¿Qué hacer? Contrapesarlo favoreciendo a los desfavorecidos. Hasta aquí y según se mire, santo y bueno.

Pero luego se constata que más que personas individuales hay colectivos desfavorecidos: mujeres, negros, transexuales... Por tanto: cupos obligatorios de mujeres, negros o transexuales. Resultado: como en Estados Unidos hay más negros o hispanos que asiáticos, el cupo de afros es mayor que el de japos. Resultado: un asiáticomericano con una nota de la enseñanza media de 8,5 no puede entrar en la universidad donde entra un afroamericano con 4,5. En Brasil, dos gemelos, uno blanco y otro negro, llegan a la puerta de la universidad con la misma nota: al negro lo admiten, al blanco no. No es un chiste.

Los catalanes -permítanme autoexcluirme en este caso- querían superar eso. Lo han conseguido. Han implantado la discriminación positiva no en favor de personas, ni siquiera consideradas como colectivos, sino en favor de una entelequia: la lengua como sistema.

Dado que los primeros conocimientos formalizados se adquieren con mayor facilidad y eficacia en la lengua materna o usual, que para la mayor parte de los niños catalanes es el español o castellano, lengua oficial en Cataluña, la lengua vehicular en las escuelas públicas de Cataluña no será el castellano sino el catalán, asimismo oficial, pero minoritario y por tanto más débil. Han dado, diría Saussure, preferencia a la langue (superestructura imaginaria) sobre la parole (realización concreta en cada hablante).

Una aberración sin paliativos, sin justificación. Salvo que el fanatismo justifique.
Carrillo, vuelve a decirles aquello: dictadura, ni la del proletariado; pero con la pequeña variación que te propongo en el título. Los catalanes civilizados te lo agradeceremos.