La crisis del nacionalismo, que es verdaderamente de alcance estructural, tiene que ver con la dificultad del mismo, en cuanto ideología fuerte, para ocupar escenarios que no son de tensión o de peligro en los que, como es sabido, se mueve perfectamente. Ocurre que los actuales no son tiempos recios en los que la identidad o las perspectivas del propio grupo estén en peligro, pues en realidad no están ni siquiera cuestionadas.
La rutina es bien difícil para el nacionalismo que parece ideado para la agonía y la excepción. Pero es poco creíble construirse un enemigo con el Estado constitucional, que asume entre sus valores el pluralismo y la descentralización, y que reputa como un ataque a sí mismo el cuestionamiento de la autonomía de sus integrantes.
A los nacionalistas ha debido de parecerles inconcebible la disposición de bastantes votantes vascos a cambiar su voto y mudarse a otro campamento distinto del habitual. Sin embargo, el tensionamiento, la exageración, la solicitud de la excepción o el privilegio no gustan en una sociedad cuya cultura cada vez es más secular, que no necesita planteamientos salvíficos, que se orienta por el pragmatismo y que, asegurado el mantenimiento de lo peculiar, asume la racionalidad y las ventajas de la igualdad compartida.
(Josep Pla)
dimarts, 1 d’abril del 2008
La decadència nacionalista
Juan José Solozábal: