El inocente pasó tres meses de su vida en prisión y ha estado casi dos años (y los que colgarán) sometido al señalamiento infamante de sus vecinos, sin que hubiese ninguna razón para ello. No fueron errores de apreciación los que lo llevaron a la cárcel. Fue la histeria organizada del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Todos los árboles quemados en Galicia aquel verano no valen uno solo de los días de prisión e infamia de un hombre. Para vergüenza del medio ambiente hay que añadir que la madrugada del día de autos el inocente volvía a su casa después de doce horas de trabajo, ¡apagando fuegos!, en lugares diversos de la provincia y hasta de la raya de Portugal, con los pies reventando de ampollas y roto de cansancio. Así, en realidad, habían sido todos los días de aquel agosto, cuando pasaba del bosque a la cama, sin vida enmedio. Volvía a casa, pero se cruzó el bosque encendido. Y Alfredo Pérez Rubalcaba, el ministro del Interior. Aún no ha llamado al brigadista para pedirle, humilde y paradigmáticamente, perdón.
(Josep Pla)
dissabte, 26 d’abril del 2008
La merda
Els fets van passar poc després que el PP perdés el poder a Galícia. Era l'estiu i els incendis forestals socarrimaven els boscos. El nou govern, format per socialistes i nacionalistes, van espolsar-se les responsabilitats donant a entendre que al darrera del foc hi havia la llarga mà del Partit Popular. Quan la policia va detenir i inculpar d'un dels incendis d'Orense al brigadista rural Julio Pascual Díaz, el ministre de l'Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, el va elevar a la categoria de piròman de Galícia: «Es una detención paradigmática. Quien está prendiendo fuego, sabe perfectamente lo que está haciendo». Ara, Pascual Díaz ha estat absolt. L'acusació no tenia cap fonament. El seu cas va omplir planes i minutatges, però la seva absolució, incòmoda, ha passat pràcticament desapercebuda. O més exactament, ha estat conscientment devaluada pels "capos" de la correcció informativa. El contrari del que ha fet, per exemple, l'Arcadi Espada: