En sólo tres meses, el candidato Barack Obama ha experimentado un cambio copernicano. ¿A qué se debe semejante mutación? Pues una de dos: o bien ha recibido la visita iluminadora de algún arcángel que le ha hecho ver la luz… o su estrategia para alcanzar la Casa Blanca pasa por moderar sus posiciones progresistas radicales. Yo, que no soy muy dado a creer en visitas celestiales, más bien me inclino a pensar que esa cínica y alarmante falta de principios corresponde a una estrategia claramente estudiada.
Por un lado, Obama sabe que para ganar las primarias, un candidato demócrata tiene que hacer ver que es muy de izquierdas porque en las primarias sólo votan los militantes más radicales. Para ganar las elecciones generales, sin embargo, el mismo candidato tiene que moverse hacia el centro porque los votos de la izquierda los tiene ya asegurados. Es decir, los votantes radicales que le auparon hacia la candidatura creyendo que se iría de Iraq enseguida, nunca votarán a McCain por más que Obama los traicione y diga ahora que se quedará en Iraq el tiempo que haga falta; conclusión: a traicionarlos. Al no poder perder votos por la izquierda, la estrategia óptima es ir lo más a la derecha posible para poder arañar los votos de los republicanos más moderados.
Por otro lado, fíjense que los “principios” del nuevo y moderado Obama se acercan mucho a los que defiende Mc-Cain. Eso no es una casualidad: Obama piensa que, si no hay diferencias ideológicas sustanciales entre los dos candidatos, los ciudadanos acabarán valorando factores personales superficiales como la simpatía, la estética o el carisma. Y claro, todo el mundo sabe que, teniendo lo mejor de Tiger Woods, Denzel Washington, Michael Jordan y Martin Luther King, en los aspectos superficiales, Obama es el más atractivo.
(Josep Pla)
diumenge, 14 de setembre del 2008
Obama: "Donde dije digo, digo Diego"
Xavier Sala-i-Martin es recrea amb la superficialitat d'Obama. Sí, aquell que fa tres mesos era d'esquerres!