La verdadera sorpresa de agosto de 2008 no vino de la mano de Putin, sino de Europa, que recobró una firmeza que ya no recordábamos. Reaccionando inmediatamente, la Presidencia francesa negoció un delicado y ambiguo alto el fuego que al menos frenó la ofensiva sobre la capital georgiana. Después, la UE, que reaccionó al unísono, se negó a cerrar los ojos ante la anexión apenas disimulada de Abjasia y Osetia del Sur. Europa no se dejó llevar por el pánico: ni retorno a la guerra fría (”Yalta quedó atrás”, declaró Nicolas Sarkozy), ni angelismo (”las vacaciones de la historia terminaron”, encadenó Donald Tusk). El tiempo dirá si los 27 son capaces de mantener el rumbo y de deshacerse de los chantajistas para forjar una política energética común y negociar de igual a igual con sus proveedores rusos, que necesitan vender tanto como nosotros comprar.
(Josep Pla)
dijous, 25 de setembre del 2008
Se suicidiarà Europa amb el gas rus?
André Glucksmann: