dilluns, 30 de març del 2009

Bolonya o la pataleta del nen mimat

Antoni Puigverd:
Intentamos eliminar las molestias naturales. Los niños crecen hoy al margen de toda turbación. Les negamos todo contacto con la parte negativa, dolorosa o compleja de la existencia. Lo hemos visto en estos días de protestas estudiantiles. Los jóvenes anti-Bolonia, con sus quejas por la supuesta mercantilización de la enseñanza, han sido envueltos con paternales dodotis por los medios de comunicación, especialmente los públicos.

La ley rige para todos. El menor desliz policial, político, empresarial o judicial causa un terremoto en los medios. La santa indignación se cierne sobre el pillo, el abusón o el ladrón que torea las normas. Excepto cuando quienes las subvierten son estudiantes que dicen defender la universidad ocupando espacios públicos durante meses, sin que nadie, ni rectores, ni el Govern, ni ninguna otra autoridad democrática, se atreva a toserles. Finalmente, unos excesos policiales centran todas las portadas y los ocupantes son descritos como mártires.

¿Pueden prescindir estos jóvenes de las normas de convivencia, sanidad y preservación de los bienes públicos? ¡Naturalmente! ¿Deben destrozar la puerta del rectorado de la UAB? ¡Por supuesto! ¿Deben pedir permiso para manifestarse? ¡De ninguna manera! Bloquear el tráfico barcelonés en hora punta: ¡Qué cosa tan magnífica! ¡Una estrategia digna de la Pantera Rosa! Así lo ha afirmado en titulares, no el programa Polònia, sino un diario muy serio, que hace suya la versión de los jóvenes. Sostienen los estudiantes que dibujaron una puerta en la muralla policial de la Rambla y se colaron por otras calles barcelonesas dejando en ridículo al tonto Inspector Clouseau (Mossos). Ni a los estudiantes, ni, por supuesto, al cronista les importa un bledo que miles de sufridos ciudadanos quedaran bloqueados.