dimarts, 20 d’octubre del 2009

L'esquizofrènia nacionalista basca

Joseba Arregui:
Un nacionalismo, el del PNV, que sigue sin enterrar su fallida apuesta de Estella/Lizarra, su sueño de una unidad nacionalista que excluye a todos los vascos que no son nacionalistas. Un PNV que puede asumir la frase de que las detenciones llevadas a cabo y la política del Estado implican un genocidio. Y un PNV que puede asumir esa frase porque para él, como para todos los nacionalistas radicales, solo ellos, los nacionalistas, son pueblo. Pero contra ese pueblo no atenta nadie, pues lo que lleva a cabo el juez Garzón no es más que la defensa de la libertad amenazada por quienes quieren seguir dando cobertura a la violencia y el terror. Los únicos que atentan contra la vida, que matan y asesinan en Euskadi a parte del pueblo vasco son los que piensan que los no nacionalistas no deben tener sitio alguno en el futuro de ese pueblo, que no deben pertenecer a él.

Claro que al PNV no le tiene por qué suponer problema alguno participar en esa manifestación –que, en palabras del ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, supone apoyar en la calle la estrategia de ETA– si, al mismo tiempo, la vicepresidenta del Gobierno central, María Teresa Fernández de la Vega, afirma que el PNV actúa con sentido de Estado aprobando los presupuestos. En un caso y en otro, es el mismo PNV el que actúa. El que negocia con el portavoz socialista el rechazo de las enmiendas a la totalidad a los presupuestos generales es el portavoz en el Congreso, y los que acuden a la manifestación de San Sebastián son lo presidentes de todas las organizaciones regionales del PNV.
La esquizofrenia de la política vasca, que se traslada a la política española, queda perfectamente visualizada en esas dos frases tan difíciles de conciliar. Lleva razón el ministro Rubalcaba. Pero el destinatario de sus palabras no es el PNV. El verdadero destinatario de su frase debiera ser el Gobierno del que forma parte. Porque el PNV engaña solo al que quiere dejarse engañar.