dimecres, 10 de març del 2010

Contra pensions públiques, llibertat

El ministre de Treball, Celestino Corbacho, aconsella que els treballadors contractin un pla privat de pensions que complementi el pla públic. Com tothom sap, no és cap novetat. I com tothom també sap, el problema d'aquesta alternativa a les insuficiències del sistema públic és que a la pràctica només és accessible per a persones amb ingressos importants. Difícilment un mileurista pot descomptar del seu sou net una quantitat significativa per complementar una pensió.

El que hauria d'anunciar Corbacho -i això sí que seria una novetat, i una novetat revolucionària- és que no s'haurà de pagar dues vegades, que es deixarà triar entre l'opció pública i la privada o, si més no, que es descomptarà de les deduccions obligatòries la part que es destini a un fons privat. Ja hi ha bastants països que han passat del sistema de repartiment al de capitalització i uns quants que estan transició, amb un sistema mixt, com és el cas de Suècia.

Suècia, un país que, sense que gairebé ningú se'n hagi adonat, ha abandonat el model socialdemòcrata de l'estat del benestar pel més liberal de la societat del benestar. L'economista Mauricio Rojas, exiliat xilè de la dictadura de Pinochet i actualment diputat al parlament suec, ho explica en el seu opuscle "Suècia después del modelo sueco".

La libertad de elección ha sido reconocida, si bien no sin resistencia, como un principio fundamental de una sociedad del bienestar con “rostro humano”, es decir, que respete el derecho de cada individuo a tomar con libertad las decisiones más importantes de su vida. La forma más radical y señera de esta libertad de elección está dada por el sistema de vouchers o cheques de educación implantado en 1992 y que hoy rige para toda la educación básica y secundaria del país. Este sistema les da a padres e hijos el derecho a elegir escuela con mucha libertad, ya sea dentro del sector escolar público o entre las escuelas independientes. Este sistema ha ido acompañado por una amplia libertad de establecer escuelas independientes y de competir, en condiciones bastante justas, con el sector público. Este sistema de vouchers escolares ha colocado a Suecia a la vanguardia del movimiento internacional de reforma del Estado benefactor, logrando combinar la libertad de elección con aspiraciones básicas de igualdad y justicia social.

Esta libertad de elección ha dado origen a una ola impresionante de creación de escuelas independientes. Si hoy se cuenta a los profesionales junto con los alumnos y apoderados involucrados en las escuelas independientes, llegamos a nada menos que un cuarto de millón de personas. Pero también la escuela pública ha sido profundamente influenciada por esta libertad de elección y la presión que ella crea sobre las escuelas existentes. Todas las escuelas de Suecia —independientemente de si son gestionadaspor el sector público o el privado— deben hoy plantearse la misma pregunta acerca de la satisfacción de sus usuarios que todo productor se planteacuando depende de la elección voluntaria de los consumidores. De estamanera la escuela pública ha sido sacada de su rutina y de su típica actitud monopolista frente a un consumidor que antes no tenía opciones alternativas.

Este cambio señero en el sector de la educación se ha reproducido de diversas formas en otros sectores. Cada vez son más los municipios que organizan muchos de sus servicios a través de sistemas de vouchers, especialmente aquellos que se brindan a jubilados y ancianos, así como en lo que respecta al cuidado de niños de edad preescolar. Al mismo tiempo existe hoy en el sector de la salud una amplia aceptación del principio de soberanía del consumidor, que de hecho tiende a acercarse cada vez más a un sistema de libertad nacional de elección de la atención médica y hospitalaria.

Otro desarrollo interesante de la libertad de elección tiene que vercon los fondos de pensiones. El sistema sueco fue tradicionalmente, como tantos otros, un sistema de reparto financiado por la tributación corriente. Este sistema fue remodelado a fines de los años 90, cuando se le dio a cada contribuyente propiedad privada sobre una parte de sus ahorros para la pensión (correspondiente al 2,5 por ciento del salario bruto) y el derecho a decidir con plena libertad la colocación de aquella parte entre una gran variedad de fondos alternativos [unos 700]. Esto ha convertido a los suecos en uno de los pueblos más capitalistas de la tierra, creando un interés popular inusitado por los vaivenes de la bolsa de valores.