divendres, 15 d’octubre del 2010

Per a la meva filla que viu en la temptació del periodisme i la política

Via Facebook he trobat aquesta reflexió de l'Arcadi Espada que crec que val la pena recordar:
Yo creo que, por desgracia, del 11-M se han adueñado dos mensajes, terribles e igualmente falsos: que el PSOE organizó la matanza (eso se ha escrito en un editorial de un periódico español, ¿eh?) y que el Gobierno mintió. A mí me parece que el choque de esas dos mentiras, si ésta fuese una sociedad que se tomara las cosas en serio, hubiera dejado postrado moralmente a este país.

El Gobierno no mintió: el Gobierno encaró con torpeza, seguramente (pero con explicable torpeza), una situación inimaginable, y, con independencia de esa torpeza, creo que ofreció a los españoles una información de lo que había pasado sobre la cual, a un año y pico vista, no hay todavía un solo dato nuevo, ni nada que desmienta el relato fundamental que el ministro Acebes y José María Aznar hicieron sobre el 11-M. Otra cosa, insisto, es el wishful thinking del ministro Acebes y su patético intento de que la realidad cuadrara con sus hipotéticos deseos. Pero, en cuanto a lo que a mí me interesa saber, gracias al Gobierno, y gracias a los datos que ofreció, los españoles fueron a votar sabiendo que Al Qaeda había matado a 191 personas en Madrid. No era fácil que fueran a votar así. Primera cuestión.

Segunda cuestión. Gracias a esa labor del Gobierno, en parte, del 11-M sabemos muchísimas cosas, prácticamente todo: no puedo entender que en aras de la práctica de la teoría de la conspiración y de sus beneficios económicos alguien haya montado una estrategia deslegitimadora tan patética como la que han montado determinados órganos de prensa respecto al 11-M.

Tercera cuestión: España llevará como un baldón –si es que aquí importaran las cosas, que no importan– el hecho de no haber sido capaz de gritar todavía en las calles "asesinos" a los asesinos, y sí haber gritado en cambio "asesino" al presidente del Gobierno que en aquel momento dirigía el país.

Creo que, de esta mélange entre deslegitimadora, cínica y escéptica ante la posibilidad de conocer la verdad, el estado moral del periodismo y de la política española se van a resentir durante muchísimo tiempo.