divendres, 10 de desembre del 2010

La medicina cubana: misèria i repressió

Yoani Sánchez:
Estudió medicina, se puso la bata blanca, entró en un hospital para hacer la especialidad y se creyó a pie juntillas las máximas de Hipócrates. En un primer momento –imbuido por la fascinación de las células, los músculos y los tendones– apenas reparó en que sus colegas andaban con los zapatos remendados y a él mismo no le alcanzaba lo que ganaba para alimentar a la familia. Vio demasiado en ese hospital de Artemisa: la grandeza profesional de algunos y el descalabro material de todos. Un día de 2005 se anunció a bombo y platillo que se les subiría el salario a los trabajadores de la salud. Sin embargo, apenas 48 pesos –el equivalente a 2.00 CUC o a 1.60 USD– fue lo agregado a su magro sueldo de cada mes.

Así que escribió junto a un amigo una carta comunicándole al ministro de su ramo la inconformidad de los médicos ante tan ridículo aumento. Lograron recoger 300 firmas que entregaron en el Ministerio de Salud, en el Consejo de Estado y en cuanto órgano de poder hay en esta Isla. La respuesta llegó algunas semanas después en forma de expulsión de la especialidad que cursaban. Cinco meses más tarde, a ambos los despidieron del trabajo y les inhabilitaron sus títulos universitarios. Han pasado ya cinco años de aquellos hechos, pero ninguno de los dos ha podido volver a entrar a una consulta como doctor.