El tripartito que nos gobierna dice que propugna un catalanismo social, un nacionalismo inclusivo. Dice, dice. Palabras, palabras. Ante casos así, mi piedra de toque es siempre aquella frase evangélica: "Por sus obras los conoceréis". Efectivamente, los conocemos, desde hace tiempo, mucho tiempo, los conocemos por sus obras, no por sus palabras. Simbólicamente, media Catalunya no irá a Frankfurt. Así lo lamentaba ayer Paco González Ledesma, viejo periodista de La Vanguardia,que ha novelado Barcelona desde todos los ángulos: "Yo quiero a mi país, pero mi país no me quiere a mí y, además, piensa que no formo parte de él. Esto me llena de perplejidad y de dolor". Catalanismo inclusivo, catalanismo social. Palabras, palabras.
¿Tiene todo esto mucha importancia? La verdad es que, según parece, estos homenajes a culturas minoritarias pasan casi desapercibidos en Frankfurt. La feria es un acontecimiento comercial y los actos de este género sólo sirven para dar un barniz cultural a la compraventa de derechos de autor y de edición. Pero esta decisión política que comentamos es una piedra más de una construcción - ¿reconstrucción?- nacional excluyente, un retroceso en el camino de una Catalunya abierta, una mala imagen exterior de nuestro país de la que ya ha comenzado a hacerse eco el Frankfurter Allgemeine.Y, además, todo ello cuesta un pastón: India, hace unos pocos años, envió a 22 escritores, nosotros 101. Así somos de nuevos ricos.
(Josep Pla)
dijous, 21 de juny del 2007
Mitja Catalunya a Frankfurt
Francesc de Carreras avui a "La Vanguardia":