No puedo evitar, sin embargo, esbozar una incómoda pero convencida reflexión crítica, y abro la caja de los truenos con esa figura retórica tan útil y prudente como es la interrogación: ¿es necesario que toda reivindicación gay pase por un espectáculo histriónico, desmesurado y generalmente bastante vulgar, donde las carnes al sol y los labios siliconados monopolizan unilateralmente la imagen? Me resulta difícil entender por qué motivo, una lucha tan seria, tan serena y tan justa, necesita maquillarse hasta el delirio y mostrarse como si fuera la expresión barata de un cabaret de provincias. Cada acontecimiento vinculado a la reivindicación gay se sobrecarga de tanta escenificación forzada, que la normalidad que se pretende conseguir se ahoga en un mar de mal gusto, exhibicionismo delirante y una estética de puterío portuario que antes parece el preámbulo de un porno casero que una manifestación de ideas, derechos y reivindicaciones. Por decirlo de una forma popular, que mis amigos gays entenderán perfectamente, hemos luchado para que se hable de la normalidad homosexual, y este tipo de acciones nos devuelven al lenguaje de la mariconada. Como si, necesariamente, para ser gay uno tuviera que ser un redomado hortera.
(Josep Pla)
dissabte, 30 de juny del 2007
Per què els gays es tornen horteres quan celebren el dia del seu orgull?
Pilar Rahola: