Només André Glusksmann, una vegada més en solitari, es capaç d'assenyalar-nos amb el dit i recordar-nos als europeus que som uns pocavergonyes.
Aslán Masjádov, presidente de Chechenia elegido bajo control internacional, ha muerto. Asesinado. El plan de las autoridades rusas ha tenido éxito: ahora están solas frente a Shamil Basáyev, líder extremista adiestrado por ellas y muchas veces protegido por ellas, de Budienovsk a Daguestán. El señor Putin, el agente soviético que pasa sus vacaciones en compañía de los señores Schröder y Berlusconi, se encuentra frente a sí mismo, frente a un terrorista que aún no tiene su temple, pero que sí tiene ya su crueldad. La masacre va a poder continuar y los atentados podrán reiniciarse. Aslán Masjádov acababa de decretar un alto el fuego unilateral y proclamar que representaba los valores de Occidente y no los del islamismo radical. Este alto el fuego de un mes había sido respetado por el conjunto de los boeviki [combatientes chechenos]. Masjádov había demostrado su fuerza. Era el momento de matarle. Para impedir que el espíritu de las revoluciones permanentes, que nuestro amigo el zar borrece, alcanzase el Cáucaso norte.La resta de l'article, aquí.