En España aún existe mucha resistencia a la evaluación, no digamos ya a publicar los resultados de cada centro como se hace en su país. ¿Qué diría a los escépticos? ¿Quizá que es difícil mejorar las cosas si no sabemos qué funciona mal?
Cuando en 1994 me convertí en portavoz de Educación dentro del Partido Laborista, promoví la idea de que debíamos recibir con los brazos abiertos todo tipo de información, primero porque es moralmente correcto que todos –y no sólo un grupo de privilegiados– sepan lo que está pasando. Y en segundo lugar porque es bueno comparar siempre y cuando se tengan en cuenta los datos en crudo y también las características socioeconómicas de cada centro. Hemos sofisticado la información con el objetivo de conocer hasta qué punto un centro se enfrenta a mayores desafíos que otro. Aún así, todavía encontramos cierta oposición entre la profesión docente, si bien pocos en mi país abogan por volver a la situación anterior de falta de información pública.
Otro tema tabú en la Educación española es la posibilidad de, por así decirlo, castigar a los centros que demuestren una incapacidad manifiesta de mejora. Explíqueme brevemente qué hacen en su país con este tipo de casos.
Con los centros que fallan a sus alumnos (y esto lo sabemos gracias a la inspección y a los resultados de las evaluaciones nacionales, que hablan por sí mismos), se les da un año para poner en marcha un plan de acción y demostrar que están revirtiendo la situación. Si se muestran incapaces de ello, entonces nos vemos obligados a cerrar el centro y reabrirlo con un nuevo equipo directivo y otra personalidad. Es obvio que cada centro tiene sus propios objetivos en función de las características de su alumnado –y que invertimos lo necesario para llegar a esas metas–, pero todos han de demostrar su capacidad de mejora.
Durante los años 60 y 70 se puso de moda una pedagogía que cuestionaba conceptos como la autoridad, el aprendizaje reglado... ¿Piensa que la tendencia es a abandonar este tipo de planteamientos?
En esos años surgieron ciertos enfoques que perjudicaron a toda una generación. Eran teorías sin ningún rigor y que renegaban de todo lo que pudiéramos haber aprendido en el pasado. Nos ha costado tiempo cambiar esto. Piense que aquellos que aprendieron a enseñar por aquel entonces lo hicieron con una metodología particular y les fue inculcada una actitud que no es fácil de erradicar. En cualquier caso pienso que la situación ha cambiado enormemente en los últimos tiempos. Esta clase de planteamientos han ido desapareciendo, y ahora sólo persisten en algunas escuelas privadas que defienden no hacer exámenes, decidir entre todos qué se va a aprender ese día… La mayoría reconoce que los alumnos necesitan disciplina, respeto por ellos mismos y por los demás, un sentido en la vida y un marco general en el que moverse.
(Josep Pla)
Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst
Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.
dijous, 15 de març del 2007
L'home que va enterrar la LOGSE britànica
David Blunkett, exministre d'Educació del govern Blair, hi veu clar. Tot i ser cec de neixament va tenir més vista que el lobby de mestres i professors i es va avançar a tots. La seva reforma dels sistema educatiu ha donat bons resultats i ràpidament. Progres irredents, absteniu-vos. L'entrevista amb Blunkett la publica Magisnet: