De hecho, sí. Los entonces relativamente desconocidos generales Ulysses S. Grant, Curtis LeMay y George S. Patton encontraron renombre sólo después de reemplazar a sus fracasados predecesores. En realidad, en casi cada guerra, ocasionalmente un general puede cambiar tan radicalmente el pulso del campo de batalla que una victoria política se convierte en posible allí donde todos pensaban que era algo absolutamente improbable.
Tomemos como ejemplo la guerra de los Bóers entre una Gran Bretaña colonial y los afrikaaners de Sudáfrica. El primer año (1899) fue un desastre para las fuerzas británicas. Sus fuerzas convencionales estaban mal preparadas para las emboscadas guerrilleras de francotiradores irregulares y la caballería de los afrikaners. Pero con el nombramiento de Lord Kitchener en 1900 llegó la creación de los comandos británicos y nuevas tácticas que llevaron a la victoria británica y a un acuerdo final.
Gran Bretaña se enfrentó a una situación aún más sombría en los 3 primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Pero a finales del verano de 1942, el recientemente nombrado general Bernard Montgomery había reorganizado las defensas británicas en Egipto y logró devolverles la moral. Luego frenó al mariscal de campo alemán Erwin Rommel en El Alamein y las críticas a Churchill por las anteriores pérdidas en serie en Europa Occidental, Grecia, Creta, Singapur y Tobruk cesaron. Poco después, Gran Bretaña estaba a la ofensiva manteniéndose así hasta el final.
Corea también se pensó alguna vez como algo completamente perdido. A finales de noviembre de 1950, cientos de miles de chinos rojos apabullaron a las tropas de la ONU y prácticamente fueron sacadas de la península. Un cansado general Douglas MacArthur se vio totalmente sorprendido, frustrado y, a los pocos meses, se le relevó de su cargo.
Imperturbable, su reemplazo, el general Matthew Ridgeway, recuperó el espíritu ofensivo, descubrió debilidades en las tácticas del enemigo y empujó hacia el norte a los comunistas chinos y coreanos hasta el paralelo 38. Ese vuelco radical dio al nuevo presidente electo Dwight Eisenhower un peso político que finalmente usó para sellar una paz que reconocía una Corea del Sur autónoma.
Durante la inesperada ofensiva árabe de 1973, la guerra de Yom Kippur, Israel se vio completamente sorprendido por una sorpresa aún mayor que la invasión china de Corea. Armados con letales misiles antitanques nuevos de fabricación soviética y protegidos por baterías antiaéreas, el III Ejército egipcio de Anwar Sadat invadió la Península del Sinaí, inflingiendo graves pérdidas a las atónitas Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF).
La ortodoxia exigía contraataques israelíes dentro del Sinaí. Pero el excéntrico general Ariel Sharon por el contrario decidió cruzar el Canal de Suez para cortarle los suministros al ejército egipcio y amenazar el Cairo. La audaz estratagema de un solo general cambió radicalmente la dinámica de toda la guerra. Como resultado, las fuerzas israelíes lograron una especie de victoria arrancada de las fauces de la derrota.
Actualmente, Irak no le plantea a Petraeus aprietos mayores que los que han afrontado esos talentosos generales en guerras anteriores, incluso teniendo en cuenta que los efectivos y la paciencia de Estados Unidos están prácticamente agotados.
Tras el sombrío verano de 1864, el general William Tecumseh Sherman salvó la causa de la Unión y con ella, la presidencia de Lincoln al tomar Atlanta.
Para el invierno, veremos si, de forma similar, David Petraeus puede conseguir lo inesperado en Bagdad.
(Josep Pla)
Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst
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dijous, 12 d’abril del 2007
Pot el general Petraeus capgirar la guerra de l'Iraq?
La resposta de Victor Davis Hanson és aquesta: