Els ciutadans d’aquest país volem saber la veritat. O més exactament, les veritats. La veritat de l’11-M i la veritat de les negociacions entre el govern i ETA. Però, pel que sembla, no totes les veritats tenen el mateix dret a ser conegudes. Quan pot fer mal al PP, el seu coneixement és imprescindible. Quan pot afectar Zapatero, és una impertinència.
¿Porqué ahora el Gobierno, el PSOE y sus medios afines se llevan las manos a la cabeza ante la exigencia de Rajoy de hacer públicas las actas de la negociación con ETA? Mucho daño ha tenido que hacer Rajoy en Ferraz y Moncloa para que salgan todos, periodistas de cámara, portavoces y presidente, enloquecidos y endemoniados ante la posibilidad de que los españoles conozcan el contenido de sus apaños con ETA.
Porque fue el propio Gobierno, a través del diario El País (10 de junio de 2007) el que reconoció la existencia de unos notarios que custodiarían las actas del proceso entre Zapatero y ETA. Existen actas de las negociaciones y no porque lo diga Gara o ETA, sino porque el propio Gobierno lo ha reconocido y ha sido publicado en varias ocasiones.
Y es que para revestir de seriedad y dignidad los tratos con ETA el Gobierno nombró notario del apaño al centro Henry Dunant de Ginebra. Eso sí, el Gobierno olvida que no fue el PP el que nombró un notario, sino que fue cosa de los dos, de ETA y del PSOE. Pero como es bien conocido por todo el mundo –con la excepción quizá de Zapatero, De la Vega y Bermejo– un notario levanta acta de lo dicho y pactado, por si en un momento es necesario recordar a ambas partes quién dijo qué.