2.001.- Molts musulmans ho celebren.
2007.- Europa enforteix tots els seus enemics:
La febre helenística.
NOS equivocamos aquel día. Seis años después, resulta que el 11-S no era el principio de una nueva época. Los libros de Historia tampoco situarán a las Torres Gemelas en el origen de la edad poscontemporánea. La vida es grata en Occidente, excepto si toca en el reparto el papel de víctima. Viejo argumento darwinista: la especie siempre se adapta. Aprendemos a convivir con el terrorismo. Mala suerte si ese día subes en el ascensor del World Trade Center, coges el metro en Londres o el tren en Alcalá, bailas en una discoteca de Bali... El miedo hobbesiano es soportable si está matizado por la estadística. También hay accidentes de tráfico, pero la vida sigue. Acaso América se siente vulnerable, pero eso no nos afecta. Vemos las imágenes del día: hechizo estético y recuerdos personales. La «zona cero», los héroes vestidos de bomberos, los artistas al acecho del Apocalipsis... Hagamos caso al personaje de John dos Passos, en «Manhattan Transfer», todavía la mejor novela sobre la capital del mundo: después de algún tiempo, «da gusto volver al centro de las cosas». Nos advierten los expertos acerca del peligro que circula bajo la etiqueta del islam militante. El desafío está ahí, pero la respuesta se diluye en casi nada. Diagnóstico: fiebre helenística. Tratamiento: desconocido. Hasta la fecha no existe una terapia eficaz para las sociedades que han dejado de creer en sí mismas.