Un encarcarament que posa en evidència Rosa Montero en el seu bitllet d'opinió.
Qué irremisible necesidad de mitos padecemos los humanos. Lo digo al hilo del embeleso acrítico que sigue produciendo la figura del Che. Lo peor de los mitos es que encienden los sentimientos y no el cerebro. Comprendo que, en el asqueroso e inquietante mundo en que vivimos, resulte muy tentador mantener intacto un ejemplo de pureza y entrega. Un modelo de solidaridad. Un santo laico, para poder seguir creyendo en la belleza de la vida y en la viabilidad de todas esas hermosas ideas de libertad y justicia que nos calientan el corazón. Y el Che parece el héroe perfecto. Era guapo, abandonó el poder para seguir peleando, lo mataron joven. Pero la realidad es tozuda y feroz y no entiende de mitos; y en la realidad el Che fue cruel y violento. Tenía la boca llena de grandes palabras, pero se diría que despreciaba a esa gente humilde que tanto se jactaba de defender: "La dictadura del proletariado se ejerce sobre el proletariado mismo", proclamó, totalmente en serio, en un texto político. Hubo cosas peores: "Tenemos que crear la pedagogía de los paredones de fusilamiento y no necesitamos pruebas para matar a un hombre", dijo en 1959 a los Tribunales Revolucionarios. También escribió: "Un revolucionario tiene que convertirse en una fría máquina de matar".