Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst

Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.

Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.

divendres, 29 de febrer del 2008

Quan va ser l'última vegada que vam votar a favor?

Francesc de Carreras comenta la pregunta de Gregorio Morán:
“¿Cuándo votamos a favor por última vez?”, se pregunta Morán. Y prosigue: “Hubo un momento en que la gente, en España, dejó de votar a favor para votar en contra”. Efectivamente, desde hace ya un tiempo cunde la sensación de que la propaganda electoral consiste mucho más en denunciar unas supuestas maldades del contrario que en destacar las virtudes y propuestas propias, la propaganda se hace en negativo más que en positivo. Es la apelación al voto del miedo.

(...)

¿Cuándo empezó esta visión cainita de la política en la reciente historia democrática española? Situaría su inicio en la primera mitad de los años noventa, hace unos quince años, más o menos allá por las elecciones de 1993. En aquella época, se habían comenzado a descubrir algunos indicios de corrupción en el Gobierno socialista, especialmente la lamentable historia de los GAL, el asunto Amedo, seguro que recuerdan. Nuevos descubrimientos sucesivos aumentarían la gravedad de los hechos: el caso Roldán, los sobresueldos de los altos mandos del Ministerio del Interior y la información privilegiada utilizada en beneficio propio por el entonces gobernador del Banco de España. Fueron un conjunto de asuntos graves que acabaron dilucidándose, de forma ejemplar, ante los tribunales de justicia. Todo ello fue tergiversado por el PP al sacar una conclusión manifiestamente falsa: todos los socialistas, empezando por Felipe González, son unos ladrones, unos completos chorizos. Demencial.

Por su parte, el PSOE contraatacó también con malas artes: en la campaña electoral de 1993 exhibió un doberman, ese perro asesino, como imagen del Partido Popular y acusó a sus dirigentes de franquistas. Ahí se empezó a resquebrajar la reconciliación democrática de la transición y de nuevo, poco a poco, fue asomando el guerracivilismo, la mitificación pseudohistórica de un pasado nefasto, en el que las culpas se repartían por todos los bandos. En los años siguientes, la equiparación de PP con fascismo y de Aznar con Franco, hizo el resto. Las agresiones, algo natural.