Solamente en EE.UU. hay 39.000 personas trabajando a tiempo completo para regular los mercados financieros. ¿Qué hicieron cuando la burbuja se estaba inflando? Bueno, ayudaron a inflarla. En los años setenta y ochenta aprendimos que la regulación de los productos comerciales generó muchos problemas. La escuela de opción pública nos enseñó que cuando los reguladores tienen que escoger entre aumentar sus poderes y presupuestos y lo que beneficia a la sociedad, muchas veces escogen lo primero. Incluso la regulación bien intencionada muchas veces produce consecuencias imprevistas que convierten pequeños problemas en grandes.
Sin embargo, cuando los mercados financieros parecían estar desempeñándose razonablemente bien, esa crítica nunca tuvo en realidad impacto alguno en el mundo de las finanzas. Pero, ¡qué diferencia hace una crisis! Una anatomía detallada de la burbuja muestra que muchas de las políticas y regulaciones que se suponía que reducirían el riesgo financiero de hecho lo aumentaron. El ejemplo más claro es la política gubernamental de rescatar instituciones financieras para evitar crisis, lo cual aumentó las probabilidades de que estos entes incurrieran en comportamientos riesgosos. Y el intento de la Reserva Federal de acabar las recesiones con reducciones drásticas de la tasa de interés produjo la burbuja crediticia más grande de la historia, y una de las peores recesiones.
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