La magnitud de les xifres contrasta, d'una banda, amb el pertinaç silenci mediàtic sobre el suïcidi i, de l'altra, amb l'absència total i abasoluta de polítiques preventives de gènere quan el gènere és masculí. Del tema n'ha parlat sovint l'Arcadi Espada:
La cifra abre muchas y graves preguntas sobre los sexos y la naturaleza humana. La mayor propensión del hombre a los comportamientos violentos también se proyecta, inequívocamente, sobre sí mismo. ¡Yo creo que estamos ante un grave problema de género! Y tal vez fuera preciso aplicar políticas de discriminación positiva. En Francia se han organizado campañas para proteger a los jóvenes del suicidio. Pero que yo sepa nada se ha hecho, específico, sobre los hombres. Y tampoco, desde luego, lo ha hecho en España la ministra Aído. Ateniéndonos a la lógica de los sexos, el suicidio es un problema masculino. Gravísimo. ¿Dónde están las políticas específicas? Exigimos, y habla nacido varón, una política de discriminación positiva que nos permita, ¡no ya triunfar, sino vivir! Para ilustrar mi derecho voy dar unas últimas cifras. En España, el año pasado, murieron tres veces más mujeres que hombres a causa de crímenes de pareja. La proporción inversa. Un horror, la sima. Pero con ella se ha diseñado no ya un ministerio. Se ha diseñado un mundo.