La congresista demócrata tiroteada en Arizona, Gabrielle Giffords, estaba en el punto de mira del Tea Party por su defensa de la reforma sanitaria y de la ley de la inmigración.
El recelo hacia la senadora Gabrielle Giffords era tal que en su página de Facebook la diva del grupo conservador, Sarah Palin, la colocó en un mapa de Estados Unidos como uno de los demócratas a batir para evitar la reforma sanitaria de Barack Obama. El mapa de objetivos los señalaba con la mirilla de un arma.
Este polémico mapa ya no figura en la página oficial de la ex gobernadora de Alaska, en lugar de eso, Palin ha colgado un mensaje de condolencias en el que asegura que ella y su familia rezan por “las víctimas y sus familias, y por la paz y la justicia”.
El Periódico:
Desde todas las instancias políticas y policiales estadounidenses se llamaba ayer a la calma y la contención de especulaciones sobre las posibles motivaciones tras el tiroteo en Tucson. Sin embargo, nada podía evitar que ciudadanos y analistas apuntaran a la realidad de los últimos años, cuando EEUU ha sufrido una radicalización en el discurso público, sobre todo con el apogeo de movimientos ultras como el Tea Party, y una polarización entre conservadores y progresistas.
Poco después de que empezara a extenderse la noticia del tiroteo, periodistas y blogeros recuperaron un controvertido mapa político que el Comité de Acción Política de Sarah Palin colgó tras la aprobación de la ley de reforma sanitaria. En ese mapa se habían identificado a 20 congresistas demócratas que dieron su voto a la ley, incluyendo Gabrielle Giffords, tiroteada ayer. Estaban en distritos que en alguna ocasión habían votado por los republicanos y se instaba a recuperarlos para los conservadores en las elecciones de noviembre.
No habría tenido más relevancia si en ese mapa de EEUU los distritos que se pretendía recuperar no hubieran estado marcados con puntos de mira como los que usan los rifles para apuntar a una diana. O si tras la aprobación de la ley no se hubieran transformado en ataques vandálicos contra oficinas de congresistas demócratas (incluyendo la de Giffords) lo que habían sido meses de amenazas y de violencia semántica.
El Mundo:
La congresista Gabrielle Giffords, disparada en la cabeza por un atacante este sábado, ha sido una de las demócratas más criticadas por el sector duro del partido republicano, con Sarah Palin a la cabeza. Tanto es así que la propia Palin, en una serie de anuncios publicados en SarahPAC.com, su centro de acción política en Internet, señalaba a Giffords como uno de los 20 objetivos a desbancar en las pasadas elecciones a través de una mirilla sobre el distrito al que representa.
Junto a Giffords había otros 19 políticos demócratas "que votaron a favor de la reforma sanitaria" y que pertenecían a distritos que en 2008 ganaron McCain y Palin en las elecciones presidenciales. "¡Recuperemos los 20, juntos!", remataba este anuncio de Palin al que acompañó otro con la misma iconografía -mirillas de escopeta sobre un mapa de Estados Unidos- con el texto: "Hemos diagnosticado el problema… ayúdanos a prescribir la solución".
El País:
La congresista aparecía en una lista que la cara más visibles del movimiento ultraconservador Tea Party, Sarah Palin, hizo pública el año pasado sobre los enemigos a batir en las elecciones de noviembre de 2010. Aunque la grosera presentación de esa lista -con dianas apuntando a los Estados de los congresistas mencionados y el ominoso título de "No se retiren, recarguen"- provocó las iras justificadas de muchas personas, la lista se refería a 20 congresistas que habían votado a favor de la reforma sanitaria y que pertenecían a distritos ganados por los republicanos en las presidenciales de 2008, es decir susceptibles de ser recuperados por la oposición en 2010.
Especulaciones y conexiones similares van a ser inevitables hasta que la investigación avance. Es indiscutible que el clima político en Estados Unidos se ha envenenado desde la aparición del Tea Party y, aunque este múltiple crimen sea únicamente la reacción individual de un personaje atrabiliario que llenaba Internet con absurdas reflexiones, el debate sobre la responsabilidad de la clase política está servido.
La primera cosa que salta a la vista és que totes aquestes cròniques semblen redactades per la mateixa persona. Això seria comprensible si els mitjans haguéssin donat aquesta informació sobre la base d'un nota d'agència, perquè tots haurien begut d'una mateixa font. Però, no. Les notícies no són d'agència, sinó que estan signades pels corresponsals que aquests mitjans tenen ubicats als Estats Units. Aleshores, com és possible que tots ells redactin el mateix text? Doncs, perquè tots ells també beuen de les mateixes fonts, a les que atribueixen la màxima credibilitat ja sigui per afinitat político-ideològica o perquè no s'atreveixen a desmarcar-se de les fonts dominants políticament correctes.
D'aquesta manera, tots escriuen el mateix i ningú no sembla tenir cap mena d'interès ni per escoltar altres fonts ni per intentar cercar i contrastar dades noves que li permetin oferir una informació més completa. Doncs, bé, això que no ha fet l'aristocràcia periodística ho han fet alguns bloggers. A casa nostra, Barcepundit.
Els mitjans només mostren les dianes de Sarah Palin, que apuntaven als candidats demòcrates a batre -no a abatre- electoralment, però no diuen res d'unes dianes similars que el comitè electoral del Partit Demòcrata tenia penjades i que també ha retirat després de la massacre. I encara menys diuen res sobre el web d'esquerres que publicava -i que també ha retirat- amenaces de mort contra Giffords per haver votat contra Nancy Pelosi la setmana passada.
Tampoc no parlen gaire de l'autor de l'atemptat. Probablement, perquè si ho féssin no se sostindria la tesi de la responsabilitat, per activa o per pasiva, del Tea Party. Ni del Tea Party ni de ningú altra. Jared Loughner sembla ser un de tants xalats que pul·lulen pel món. Un noi que escriu en el seu perfil a YouTube que entre els seus llibres preferits hi ha El Manifest Comunista de Carles Marx i Frederic Engels i el Mein Kampf de Hitler. Si hem de fer cas a les seves preferències, més aviat es decantaria cap a l'extrema esquerra que cap a la dreta conservadra. Cosa que tampoc no tindria cap importància si no fós per l'interès de la premsa socialdemòcrata per buscar una explicació políticament correcte -el Tea Party ha enverinat el clima polític als EUA- a la pura i simple ximpleria.
ADDENDA.- Arcadi Espada rebla el clau.
La matanza de Arizona ya no se puede desvincular del Tea Party. Pero sólo porque Krugman lo ha dicho. Este es el hecho. El asombroso hecho. Por el momento no hay ningún otro hecho que vincule a Jared Lee Loughner con el clima de odio que denuncia Krugman. No debe de serlo, por ejemplo, el que la Policía haya descubierto que el jovencito ya preparó una matanza hace años, cuando el Tea Party era (¡sólo!) una sublevación fundacional de la nación americana. El hecho que construye Krugman pertenece a una extraña categoría de hechos no falsables: los que resultan de combinar las opiniones con el argumento de autoridad. Paradójicamente su carácter infalsable no los fragiliza. ¡Quia!: los blinda. La opinión de Krugman ya ha alcanzado el estadio plácido, invulnerable y amniótico de las opiniones del astrólogo. Y su devastadora influencia. Krugman. La inteligencia de la nación.