Para que el euro sobreviva, deben darse tres condiciones necesarias. La primera, en la que insiste Alemania, es la imposición de una disciplina presupuestaria, que únicamente podrá aplicarse mediante un control centralizado de la UE sobre las políticas fiscales y los gastos presupuestados por los Gobiernos nacionales.
La segunda condición es un importante grado de responsabilidad europea colectiva ante las deudas gubernamentales nacionales y las garantías bancarias. Este apoyo mutuo constituye la otra cara de la moneda del federalismo fiscal, tal y como dejó claro Monti, pero se trata de un quid pro quo sobre el que los alemanes no quieren ni hablar.
La tercera condición es el apoyo del BCE a la federación fiscal, una ayuda comparable al apoyo monetario que ofrecen los bancos centrales a los mercados de la deuda gubernamental en Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Suiza y otras economías desarrolladas. Gracias a este apoyo de los bancos centrales a los mercados de bonos, Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón han logrado financiar déficits muy superiores a los de Francia o Italia, sin que les preocupe excesivamente la rebaja en la nota crediticia.
El problema fundamental de la eurozona es que Alemania se concentra únicamente en la primera condición. Obliga a los demás Gobiernos a adoptar objetivos de austeridad cada vez más draconianos e irrealistas e insiste en negarse incluso a hablar sobre el quid pro quo de las garantías colectivas de la deuda y de la intervención del Banco Central. Debido a la intransigencia alemana en estos dos ámbitos, el nuevo tratado del euro supuestamente aprobado el mes pasado es como un taburete de tres patas que se sostiene solo con una.
¿Significa esto que el euro se va a desintegrar? No necesariamente, por dos motivos opuestos. La posibilidad optimista es que el inútil "pacto fiscal" del mes pasado era tan solo una táctica de distracción mientras Angela Merkel preparaba a la opinión pública y política alemana para los compromisos que se avecinan con las garantías de deuda conjuntas y la participación del BCE en una flexibilización cuantitativa o "quantitative easing" al estilo anglosajón.
Evitar la hegemonía alemana La alternativa pesimista es que Alemania está realmente dispuesta a evitar la flexibilización fiscal y monetaria necesaria para que el euro tenga una posibilidad de sobrevivir. Si es así, entonces los demás miembros de la eurozona se enfrentarán en breve a una elección histórica. ¿Abandonan el euro? ¿O expulsan a Alemania, pidiéndole simplemente que se vaya o, lo que es más probable, acordando entre ellos una estrategia monetaria y fiscal que obligaría a Alemania a marcharse?
(Josep Pla)
Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst
Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.
divendres, 27 de gener del 2012
La veritable causa del desastre de l'euro no és França, ni Itàlia, ni Grècia. És Alemanya.
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