...el pensamiento de la izquierda era ya entonces -años del franquismo tardío y de la transición a la democracia- el pensamiento hegemónico del país. Esa hegemonía, posible porque en España el pensamiento de la derecha era entonces y lo es aún o inexistente o carente de legitimidad y prestigio, se ha mantenido, además, plenamente vigente. (Les negretes són meves)
Addenda: Reprenc el comentari. Una lectura atenta de l'article de Fusi em fa creure que l'autor no ha llegit gaire cosa de Berlin, ni tan sols les obres que cita. No ho sé, però, en qualsevol cas, l'article sembla deixar el pensament de Berlin en un cert relativisme moral que només una lectura superficial de la seva obra pot fer creure. Un relativisme moral en el que semblen haver-se instal·lat bastants dels escèptics de l'esquerra que encara no s'han atrevit a creuar el Rubicó. Potser estic equivocat, però, per a mi, el que mostra Berlin és la realitat plural dels valors, però en cap cas que tots els valors coetanis siguin equivalents. En l'últim paràgraf de la seva conferència "Dos conceptes de llibertat" ho expressa clarament:
Puede ser que el ideal de libertad para elegir fines sin pretender que éstos tengan validez eterna, y el pluralismo de valores que está relacionado con esto, sea el último fruto de nuestra decadente civilización capitalista; ideal que no han reconocido épocas remotas ni sociedades primitivas, y que la posteridad mirará con curiosidad, incluso con simpatia, pero con poca comprensión. Esto no puede ser así, pero a mi me parece que de esto no se sigue ninguna conclusión escéptica. Los principios no son menos sagrados porque no se pueda garantizar su duración. En efecto, el deseo mismo de tener garantia de que nuestros valores son eternos y estan seguros en un cielo objetivo quizá no sea más que el deseo de certeza que teníamos en nuestra infancia o los valores absolutos de nuestro pasado primitivo. "Darse cuenta de la validez relativa de las convicciones de uno -ha dicho un admirable escritor de nuestro tiempo- y, sin embargo, defenderlas sin titubeo, es lo que distingue a un hombre civilizado de un bárbaro". Pedir más es quizá una necesidad matafísica profunda e inescrutable, pero permitir que ella determine nuestras actividades es un síntoma de una immadurez política y moral, igualmente profunda y más peligrosa.