Fa quinze dies vaig fer una anotació sobre l’ensenyament de la religió a l’escola amb l’escusa d’haver tingut coneixement d'una carta de l’històric dirigent socialista francès Jean Jaurès en la que parlava del tema al seu fill. Ara hi torno, amb una altra escusa: l’article que sobre el tema acaba d'escriure Xavier Sala-i-Martín.
Un article en el que diu que el fanatisme religiós -per exemple, l'Intelligent Designer de la dreta ultrareligiosa americana- i el fanatisme secularitzador -per exemple, la fòbia anticristiana d’una gran part de la correcció política- són les dues cares de la mateixa moneda: dos fonamentalismes que es retroalimenten.
“El problema es que los fundamentalistas cristianos intentan colarla [la Intelligent Designer] en las clases de ciencias naturales. Y, como ciencia natural, el diseño inteligente es un fraude que viola uno de los principios básicos de cualquier teoría científica: tiene que ser empíricamente rechazable. Decir que un determinado fenómeno es fruto de la intervención divina es una cuestión de fe que nunca puede ser rechazada empíricamente por lo que el diseño inteligente no es una teoría científica. Gracias a Dios (y perdonen el juego de palabras…), el pasado 24 de Diciembre, el juez del tribunal Federal de Pennsylvania John E. Jones –cristiano practicante, dicho sea de paso- decidió que enseñar clases de diseño inteligente en la clases de ciencias era inconstitucional.”Un altra acudit sobre el Disseny Intel·ligent.
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“El problema es que, como sistema de organización, nuestra sociedad moderna sufre el azote de otra forma de religión fundamentalista: el secularismo recalcitrante. Aclamando el principio liberal de separación entre iglesia y estado, los sacerdotes del laicismo acaban persiguiendo todo lo que tiene connotaciones religiosas: condenan los pesebres en las plazas públicas, castigan a las chicas que quieren llevar velo en el colegio, prohíben las clases de religión en las escuelas públicas, quieren eliminar la palabra Dios del dólar o impiden que políticos cristianos practicantes obtengan puestos importantes en la Unión Europea (véase el caso Rocco Buttiglione).”
