...la limitación de la demanda inicial formulada por el Gobierno y la Fiscalía a un número determinado de listas de ANV ha impedido que pudieran ser ilegalizadas las demás. La culpa de todo ello es, pues, de la decisión política adoptada por los demandantes, no de los órganos jurisdiccionales, que, debido a su carácter pasivo en garantía de su imparcialidad, no pueden pronunciarse sobre lo que no le plantean las partes. La razón de esta decisión política -totalmente legítima- ya la sabemos con certeza, aunque la intuyéramos la semana pasada: no hay que molestar excesivamente a ETA, ya que tenemos la esperanza de llegar a un acuerdo con ella.
Esta legitimidad política, no obstante, conlleva también una responsabilidad política. Desde este mismo fin de semana tenemos también una certeza en lo que antes era una simple sospecha, fundadísima, pero sospecha: ANV es ETA, o el entorno de ETA, o la ilegalizada Batasuna, llámese como se llame esta realidad a la que ahora está de moda llamar también izquierda abertzale, un oxímoron vergonzoso, para la izquierda, por supuesto. De manera que ETA, con otro nombre, se presenta a las elecciones.
Durante todo este invierno Otegi ha afirmado con gran convicción, una y otra vez, que Batasuna se presentaría a las elecciones. Zapatero lo negaba alegando que ello sólo sería posible si la ilegalizada Batasuna condenaba la violencia y se sometía a las condiciones que impone la ley de partidos. Yo confiaba, naturalmente, en lo que decía Zapatero. Pues bien, quien ha tenido razón es Otegi: Batasuna se presenta, con otras siglas, sin haber condenado la violencia.
La pregunta és: per què el govern té encara tanta confiança en que tot acabarà bé? Francesc de Carreras recorda les dues úniques hipòtesis possibles:
Primera: el Gobierno tiene informaciones reservadas conforme a las cuales dentro de ETA hay dos facciones y se está a la espera de que triunfe la que es favorable a renunciar a la violencia y entregar las armas. Segunda: el Gobierno considera que su empeño por la vía del diálogo y del llamado proceso de paz ha llegado a tal punto que cualquier fracaso, por ejemplo, cualquier atentado mortal, le haría perder credibilidad, confianza y, por tanto, también las próximas elecciones. Hay, por tanto, que tener contenta a la fiera para que no ataque.
Quiero creer que la hipótesis cierta es la primera: hay esperanza porque hay razones fundadas en que la renuncia de ETA a las armas es una posibilidad apoyada en informaciones fehacientes. Ahora bien, este Gobierno ya ha dado suficientes muestras de inconsistencia política como para descartar la segunda, que sería impensable en otras circunstancias. En todo caso, deberíamos meditar sobre el estado de la democracia española, una democracia en la cual el resultado de las elecciones lo deciden los atentados.
Recordem que la hipòtesi de l'existència d'una informació confidencial sobre les interioritats d'ETA que avalés la política del govern de negociar amb la banda terrorista va ser la que, en un primer moment, va portar Fernando Savater i altres a confiar en la bona voluntat de Zapatero. Els fets, però, ho han desmentit o, si més no, han decebut els crèduls. Fa pocs dies, Savater ho esmbombava en un article que, segons explica avui Arcadi Espadi, fa deu dies que està retingut a la taula de direcció del diari El País perquè hi ha discrepàncies sobre la conveniència de la seva publicació. L'article, resenyat en aquest blog dilluns passat, es pot llegir a la pàgina web de "!Basta Ya¡".
La confiança de Zapatero en ETA és, doncs, la confiança de la síndrome d'Estocolm. Atrapat en el seu laberint, Zapatero necessita a ETA per no perdre les eleccions.