L'optimisme de Rajoy dels últims dies prové, segons El Confidencial Digital, d'un sondeig que els dóna 5 diputats més que el PSOE.No son argumentos objetivos, sino reflejos instintivos, los que todavía impiden a muchos españoles preocupados por España apoyar al PP. Prejuicios, recelos y aversiones que están ligados a nuestra historia colectiva y nuestras historias individuales. El fondo de la cuestión no está en un análisis racional, sino en lo que podríamos llamar el bloqueo biográfico que sufre buena parte de la izquierda española.
«Yo dejé de ser de izquierdas hace 20 años. Pero tuvieron que pasar otros 15 para que pudiera votar al PP». La confesión del intelectual catalán José García Domínguez resume el problema mejor que cualquier disquisición académica. Estamos ante una cuestión ontológica: ser de izquierdas es una cuestión de piel, irracional, atávica, existencial. Quienes lucharon contra el franquismo, quienes pueden adornar sus biografías con regates a los grises y una estancia más o menos prolongada en la cárcel, quienes se ganaron el derecho a albergar un sentimiento de superioridad moral y atesoran el recuerdo sepia de Suresnes, siguen, de un modo u otro, cautivos de su biografía. No consiguen desprenderse de sus prejuicios. El rechazo a la derecha se mantiene vivo, como una corriente subterránea que riega a toda la izquierda y brota con mejor o peor intención según las hipotecas y las sensibilidades de cada biografía.
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La izquierda española, tanto la que representan Zapatero y su círculo de estrategas sin principios como la que sí tiene una idea de España y de la libertad, sigue anclada en el pasado. Desprovista de argumentos por el triunfo aplastante del capitalismo y la consolidación de una derecha liberal en España, se aferra a la Historia: su contribución a la lucha por las libertades durante la dictadura sirve para justificar su oposición al único partido que hoy defiende esas mismas libertades.
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Frente a los escrúpulos políticos, ideológicos o incluso estéticos, les propongo un ejercicio: cojan ustedes el programa electoral del PP, bien el de 2004, bien el que pronto se va a presentar; revisen, una a una, todas sus propuestas; y al acabar apunten en un papel todas aquéllas con las que no estén de acuerdo. Apuesto doble a sencillo a que la lista será muy breve. La defensa de los valores constitucionales, la apuesta por la derrota definitiva del terrorismo sin contrapartidas políticas, la bajada de impuestos, el apoyo a las familias, la firmeza ante la inmigración ilegal, la apuesta por una educación de calidad libre de dogmatismos, clericales y anticlericales... El ideario del PP refleja mejor que ningún otro lo que sienten, piensan y quieren la inmensa mayoría de los españoles.
Lo que falta en España no son partidos políticos, sino una izquierda libre de prejuicios. No es imposible. En Europa, ante los grandes retos nacionales, destacadas figuras de la izquierda están superando sus viejos recelos para unir fuerzas con la derecha. El ejemplo más evidente es el de Francia, donde la fuga de cerebros socialistas hacia las filas de Sarkozy refleja una voluntad generosa y real de servir a su país. En Alemania, Merkel encabeza una Gran Coalición. Y en el Reino Unido, Gordon Brown ha emprendido una campaña de captación de dirigentes y militantes conservadores bajo un lema inteligente e integrador: Todo el talento.
Según ha podido saber El Confidencial Digital, la encuesta que manejan los dirigentes de Génova confirma que los socialistas han perdido la confianza de sus electores. Este dato, aseguran los hombres fuertes de Rajoy, no sólo se deduce de este sondeo de consumo interno sino que también se constata en la última cuestación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Ambos trabajos de campo coinciden, explican desde el PP, en que “el partido del gobierno pierde diez puntos porque sus votantes están cansados”. Según las previsiones de los ‘populares’, estos votos, generalmente de un sector más centrista que de izquierdas, irán a parar al partido que lidera Mariano Rajoy.
El sondeo en cuestión refleja otro detalle que ha llenado de satisfacción a los dirigentes del partido: el 84% de los ciudadanos que votaron al PP en las elecciones del 14 de marzo de 2004 repetirán. Esto se interpreta de forma muy positiva.