Hace menos de setenta años Europa empezó a practicar el acto de racismo más abominable de que da cuenta la historia. En ese acto fueron asesinados más de seis millones de europeos. Europeos, aunque murieran por judíos. Ningún judío se ha levantado jamás en Europa para decir: «Si aún queda alguien que dude que Europa es un lugar donde todo es posible.» ¡Quiá! Los judíos siguen siendo gentes profundamente desagradables a ojos de los europeos. El paradigma del avaro judío de ayer es hoy un tipo armado hasta los dientes que dispara sobre niños palestinos. Ninguna simpatía. Sólo ceremonias macilentas de respeto a las víctimas. Europa y sus europeos judíos. ¿Qué ha hecho realmente por ellos? Si es que los hijos deben pechar con la culpa de sus padres (a mí que no me busquen), ¿cuándo han empezado estos hijos de mala Europa a avergonzarse y a darse golpes de pecho? El racismo norteamericano… ¡Pero cómo tienen vergüenza? La tarea de ocultación europea ha sido un prodigio desde la primera hora. Su principal mérito ha sido el de fracturar la sinécdoque, atribuyendo el genocidio a los alemanes, y ya en los alemanes, a un pequeño grupo criminal. Los criminales eran europeos, y el antisemitismo que les dio sentido era europeo. Pero también podemos recorrer las ramas de la sinécdoque. Basta con la historia objetivamente narrada. Puede concretarse en el célebre ensayo de Arendt sobre el juicio a Eichmann. Allí se ve muy bien cómo actuaron las distintas sinécdoques. Francia, la primera. Fueron franceses quienes llevaron a sus judíos (¡a sus niños judíos de los que no volvería uno solo vivo!) a Drancy, al Vel d’Hiv, estaciones de paso hacia Auschwitz. Franceses, polacos, austríacos, griegos, rumanos, checos, belgas, húngaros, holandeses. Europeos. En uno de los fragmentos más turbadores de Eichamnn en Jerusalén Arendt cuenta cómo, incluso en los días más terribles, fue posible decir no a los exterminadores nazis. Así lo hizo Dinamarca, abiertamente, anunciando su Rey que él sería el primero en prenderse la estrella amarilla. Y así lo hizo también Bulgaria, país de ejemplo silenciado, heroico con sus judíos, donde nació aquel Dimitrov de nuestros días pasionarios, que después de enfrentarse al nazi Göring en el juicio por el incendio del Reichstag, del que saldría absuelto, provocaba la admiración de las gentes alemanas a su paso: «En Alemania tan sólo queda un hombre de veras, y es búlgaro». Y la propia Italia, incluso, aunque fuera practicando el engatusamiento, su célebre fare finta, logró también proteger a sus judíos. Fue posible decir no. Pero la mayoría de europeos asintió ante los planes criminales de un escogido grupo de europeos.
(Josep Pla)
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Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.
dilluns, 10 de novembre del 2008
De com Europa va resoldre el seu conflicte racial
Un magnífic article de l'Arcadi Espada que cal llegir sencer, aquí: