El que escriu al respecte la bloger cubana Yoani Sánchez em confirma en la meva impressió:
Cuando dos figuras que han sido colocadas en las antípodas pueden llevar a cabo una controversia sin apelar al alarido o a la amenaza, es señal de que las inyecciones de crispación ya no funcionan. De pronto hemos visto como el cantautor de la “utopía” y el “archienemigo” del gobierno han comenzado a mantener correspondencia y a debatir sus puntos de vista. Me pregunto si esa es la señal de arrancada para que en el interior del país un miembro del partido comunista pueda sentarse a dialogar con otro que pertenece a un grupo de la oposición. ¿Estaremos asistiendo al derrumbe de las paredes interiores que nos aislaron a unos de otros? ¿Cuántos más estarían dispuestos a dejar a un lado la injuria y sentarse a conversar? Quisiera creer que sí, que el mero hecho de responderle a un contrincante es la prueba de que se le respeta, la mejor forma de validar su existencia y su derecho a pronunciarse.