Total, que cuando aún estábamos recuperándonos del shock de descubrir que el tripartito nos engañaba con aquello de los 80 por hora, va el gobierno de Zapatero y anuncia una nueva prohibición: el límite de velocidad en autopistas y autovías será de 110 km/h. La justificación ahora es que España debe ahorrar gasolina.
Aunque es de agradecer que esta vez el gobierno no intente tomarnos el pelo con aquello de que está salvando el medio ambiente, hay que reconocer que esta medida también demuestra que no toma decisiones de manera inteligente. Cualquier parvulito con un nivel elemental de aritmética sabe que para que una medida sea deseable, los aspectos positivos que acarree deben ser superiores a los negativos. Si aceptamos los números del gobierno, la reducción de la velocidad ahorrará millones de litros de gasolina. Y eso es bueno. Ahora bien, para que la medida sea positiva, se debe demostrar que los costes asociados a la medida no son superiores a los beneficios. Y, entre otros, los costes asociados son que los ciudadanos van a estar más tiempo en la carretera. Dice el gobierno (y los pseudo expertos de TV3) que la gente sólo estará unos pocos minutos en la carretera, quizá 3 o 5 minutos por viaje. Bien, no sé lo que es mucho o poco, pero para la gente que va a trabajar, 3 minutos por viaje quiere decir 6 minutos al día (ida y vuelta) lo que equivale a 20 horas anuales. Es decir, unos tres días de trabajo cada año. ¿Es mucho o es poco?
Para estimar el valor que ese tiempo tiene para los usuarios, podemos acudir a la literatura de psicología de la felicidad. En 2004, el profesor Daniel Kahneman (ganador del Premio Nobel de Economía en 2002) ideó una manera para evaluar la felicidad: entrevistaba a personas y les hacía escribir un diario con todas las actividades que desarrollaban durante el día. Después les pedía que describiesen lo que sentían cuando realizaban cada una de esas actividades (frustración, odio, placer, etc). Luego él transformaba esa información y evaluaba la felicidad de las personas. No hace falta decir que la actividad que más felicidad generaba era el sexo, seguido de los momentos de socialización después del trabajo, la comida, la cena y la siesta. El peor momento del día, el que más infelicidad causaba entre los encuestados era… ¡el tiempo que se pasaban en el coche yendo a trabajar! De hecho, el segundo peor momento del día era el tiempo de trabajo y el tercero, el tiempo que se pasaban en el coche de vuelta a casa. Es decir, la insatisfacción que los ciudadanos sienten por el trabajo está entre la infelicidad que crea el ir y el volver del trabajo. Dicho de otro modo, si los estudios de psicología de la felicidad son ciertos, al limitar la velocidad de circulación, el gobierno está obligando a los ciudadanos a realizar 20 hora de la actividad que más odian, y eso equivale a obligarles a trabajar ¡tres días más cada año!
¿Vale la pena generar tanta infelicidad para ahorrar unos barriles de petróleo?
ADDENDA.- La mesura va fracassar als Estats Units
Alguns defensors del govern al·leguen que als Estats Units, pàtria del capitalisme liberal, també es va reduir la velocitat màxima a les carreteres a conseqüència de la crisi petroliera del 1973. Primer, a 90 km/h i després a 105 km/h. El que ja no diuen és que un estudi del Departament de Transport dels Estats Units va recòneixer que l'estalvi energètic no havia superat l'l%. Altres estudis independents fixaven l'estalvi en el 0'5%. La mesura havia sigut un fracàs. La llei va ser totalment derogada el 1995.