Por tanto, toda mentira de Gobierno es, técnicamente hablando, un "golpe de Estado" latente. Una tentativa. Un preludio. Un indicio. Porque trata a los ciudadanos como enemigos, y no como soberanos: usurpa su poder. Pues bien, es un hecho, y un hecho aclarado (más allá de toda duda razonable, de acuerdo con la fórmula que escuchamos en todas las películas estadounidenses), que el Gobierno de Aznar mintió más de una vez entre el jueves 11 y el domingo 14 de marzo. El País publicó en su día una minuciosa cronología, hora a hora. Ya no es posible desmentir la reconstrucción cronológica de los hechos.Examínesela con minuciosidad las veces que se quiera, y se podrá constatar que más de una vez el Gobierno -a pesar de que ya había recibido de la policía y de los servicios secretos elementos para una pista islámica- siguió privilegiando la de ETA. Es más: siguió privilegiándola incluso cuando la pista de ETA se estaba desvaneciendo. Y cuando fue evidente que era una pista absurda, siguió insistiendo que, en cualquier caso, ETA podría estar implicada como "conexión" con los terroristas islámicos.Després d'afirmar, contra tota evidència, que Aznar no va contestar cap pregunta sobre els fets i acusar els comissionats interrogadors de poc insistents (en tot cas serà per incopetents), Paolo conclou que:
De esta forma, Aznar se permitió trastocar los hechos, y acusar de mentir a los medios de comunicación que, poco a poco y tras la desorientación inicial (¡alentada además por la desinformación gubernamental!), permitieron a los españoles conocer progresivamente la verdad. Sobre ellos precisamente (y no sobre la desinformación de los medios de comunicación controlados e inspirados por el Gobierno) afirmó: "Mintieron de forma vil, miserable y repugnante hasta dar asco".
Aleshores, el gran filòsof italià es pregunta: per què, si tot està prou clar, tanta insistència en seguir mentint? I no us perdeu el que respón:
Seguramente no por masoquismo, sino más bien porque es consciente de que las imprevistas y benéficas consecuencias de esas mentiras -el movimiento popular de indignación que lo derrotó en las urnas- constituyen hoy una excepción. Y, con toda seguridad, la reelección de Bush le ha reafirmado en esa convicción.Després de citar Hanna Arendt i reiterar que el virus totalitari cobeja en les mentides dels governs, Paolo se'n alegra de les mentides d'Aznar perquè, com diem per aquí, "no hay mal que por bien no venga".
Si el Gobierno de Aznar hubiera informado a la opinión pública de forma precisa y en el momento justo de todos los indicios sobre la posibilidad de la pista islámica y, posteriormente, de su prevalencia, hoy estaría todavía (por desgracia) en La Moncloa. Las mentiras de Aznar han sido por tanto una bendición para la democracia.
ADDENDA.- He fet molts extractes perquè l'article no és accessible gratuïtament.