Luc Rosenzweig
Durante tres semanas, ese fue el horror en el sótano de una ciudad HLM de Bagneux, en el suburbio meridional de París. Atado, amordazado y desnudo, el joven Ilan Halimi fue víctima de las reiteradas torturas de una banda de jóvenes bárbaros, en la que cada uno de sus miembros invitaba a sus amigos y a los amigos de sus amigos a torturar por turnos al "feuj". Según la información obtenida por la policía en los interrogatorios de individuos detenidos después de haber sido seducidos por alguna de las jóvenes muchachas que servían de cebo, se trata efectivamente de un fenómeno de crueldad masiva que implica a varias decenas de “jóvenes” de suburbio.
La gestión de este caso por parte de les autoridades políticas y administrativas francesas ha sido de principio a fin un desastre, ya que su única preocupación fue, al parecer, la de evitar al máximo cualquier publicidad de este crimen por temor a reavivar “la intifada de los barrios” en un contexto, el de la crisis de las caricaturas danesas, en el que las manipulaciones de los islamistas podían volver a encender los suburbios.
Un cálculo sórdido, vilmente político, incitó pues a las altas autoridades policiales, animadas por sus tutores gubernamentales, de Matignon a Beauvau, a negar inmediatamente todo carácter racista al asesinato del joven Ilan. Se manda, el mismo día del descubrimiento del drama, a un fiscal y a un comisario en jefe a explicar que los criminales eran psicópatas tipo “Naranja Mecánica”, motivados únicamente por el afán de lucro y la embriaguez de la violencia. Sin embargo, sabían muy bien desde el primer día, que anteriormente esta misma banda ya había intentado secuestrar a otras personas, a través del sistema de muchacha-cebo, todas judías...
Peor aún, cuando la pobre Ruth Halimi, la madre de Ilan, modesta empleada que ha criado sola a sus tres hijos, se enfrenta a las exigencias rocambolescas de los raptores (450.000 euros), los policías le ordenan no decir nada, ni en la prensa ni a sus conocidos, ya que eso podría poner en peligro la investigación, y por lo tanto la vida de sus hijos... Pero no, señora, no son antisemitas, son chorizos, nada más que chorizos, se le dice. Déjenos hacer, es nuestro oficio, los atraparemos...
Si el retrato robot "de la muchacha-cebo” se hubiese publicado antes por la policía, se habría salvado seguramente la vida de Ilan, puesto que ella, asustada, se presentó espontáneamente a la policía al día siguiente de la publicación del dibujo en la prensa.
El horror, ahora revelado (aún que se ocultan algunos detalles, los más horribles) deja a la sociedad francesa con la boca abierta. Los sabuesos oficiales de nuestra prensa ejemplar, esos "periodistas de investigación" no han considerado oportuno durante varios días de ir a ver in situ lo que se había pasado en Bagneux. Tiene “menos classe” que ir a hacerse secuestrar en Irak o hacer de fiscal de Guantánamo...
Los editorialistas habituales, siempre dispuestos a denunciar la "estigmatización" de los chorizos de suburbio cuando Nicolás Sarkozy suelta la palabra "sinvergüenza" mojan siete veces su pluma en el tintero de la buena conciencia para decir que este vez, esto no puede ser el síndrome colonial o el desempleo que son el alfa y omega de un crimen fuera de lo común. Se nota que han sido sorprendidos a contrapelo, en un registro donde los buenos y los malos no están en su lugar habitual. Se los había visto más rápidos y más contentos de atizar a mansalva a Alain Finkielkraut cuando había profetizado, en Haaretz, los dramas que quedaban por venir.
Pero, lo más preocupante en esta terrible historia, es el signo de los tiempos, tanto en el suburbio como en cualquier otra parte: se considera una evidencia que todos los judíos son ricos, e incluso si no lo son, que son tan solidarios los unos con los otros que se les puede extorsionar a placer.
Article publicat a Chroniques de l’Extrême-Centre, de reproducció lliure a la xarxa citant procedència. Els drets de reproducció en mitjans impresos corresponen, però, al periodista i escriptor Luc Rosenzweig. L'original en francès el podeu trobar aquí.
ADDENDA.- “Barbars”, editorial de “Le Monde” sobre l’assassinat d’Ilan Halimi.
(Josep Pla)
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