Amb l'anunci de l'inici del diàleg amb ETA, Zapatero ha tornat a comprometre's amb coses que sap perfectament que no pot complir. Ha dit als nacionalistes bascos, des de l'esquerra abertze al PNB, que:
Tenemos la oportunidad de poner fin a esta situación y desde los principios democráticos les digo que el Gobierno respetará las decisiones de los ciudadanos vascos que adopten libremente, respetando las normas y procedimientos legales, los métodos democráticos, los derechos y libertades de los ciudadanos y en ausencia de todo tipo de violencia y de coacción.Zapatero també va prometre que acceptaria l'Estatut que sortís del Parlament de Catalunya i ja s'ha vist -com no podia ser d'una altra manera- que la realitat ha sigut bastant diferent.
El problema és que aquesta realitat ens ha deixat tres grans desastres: primer, un Estatut que serà inservible en molts aspectes per la seva labertíntica complexitat jurídica i per la seva propensió a la utopia i al miratge; segon, un panorama polític devastat -Maragall al cementiri d'elefants, el tripartit a l'abocador de la història, una crispació pólítica fins ara desconeguda i una profunda dimissió de la ciutadania respecte al conjunt de la classe política catalana- i, tercer, una Espanya que comença a dividir-se per la mateixa fractura de la guerra civil.
Però com que tots aquests desastres no han erosionat encara el seu poder a la Moncloa, Zapatero continua confiant en la seva bona sort de jugador. Però la diferència entre Catalunya i el País Basc és que la partida no es juga en un billar sinó en una taula de poker. En una taula de tahurs amb les pistoles a punt de desenfundar. I aquí, el més petit error pot costar la vida. La vida de víctimes innocents. Un estadista democràtic ho ha de fer gairebé tot per la pau, llevat d'apostar la vida a la bona sort.
Potser a Zapatero li fa il·lusió ser Gary Cooper, però nosaltres no en tenim la culpa.
ADDENDA.- L'editorial de GARA d'avui és especialment significativa. Primer, assenyala que el procés ja fa temps que havia començat:
Es obvio que el proceso comenzó hace meses, porque declaraciones de tanto calado y alcance como la del alto el fuego permanente de ETA y la del Gobierno español no surgen de la nada.Segon, li pren la paraula a Zapatero interpretant així el seu oferiment:
Una declaración histórica: es la primera vez que un Gobierno español se compromete pública y oficialmente a respetar la decisión de los ciudadanos vascos sobre su futuro, reconociendo además que el acuerdo político compete a los partidos y agentes vascos a través del método que éstos decidan y que será trasladado luego a los distintos ámbitos institucionales.Tercer, menysté els límits constitucionals en els que s'ha de moure el govern:
José Luis Rodríguez Zapatero, aunque expresó al final su compromiso absoluto con la Constitución de 1978, no la mencionó ni esgrimió en las partes realmente sustanciosas y centrales de su declaración; sí apeló, en cambio, al respeto a las normas y procedimientos legales, e incluso hizo mención expresa al mantenimiento de la vigencia de la Ley de Partidos. Pero las cuestiones de leyes y marcos, ya se sabe, tienen su base en los acuerdos políticos, y es obvio que esas normas, la legalidad vigente, están ahí para ser cambiadas, en su caso, de acuerdo a la voluntad libre y democráticamente expresada de los ciudadanos vascos.I quart, pretén que Espanya i França posin límit a la independència del poder judicial:
Pero los estados español y francés tienen aún deberes por hacer. GARA publicaba este pasado lunes un grave balance represivo de los tres meses transcurridos del alto el fuego permanente de ETA. Cuando Zapatero subraya que «en ausencia de todo tipo de violencia y coacción», debería fijar la vista en sus servicios policiales y judiciales. A los compromisos deben seguir, en buena lógica, decisiones que propicien las condiciones mínimas que permitan un debate democrático. Deben acabar las injerencias y los obstáculos que se están colocando en el camino, deben acabar los ataques al proceso de resolución.