Ahora bien, en las cuestiones de fondo, persisten los problemas porque también persisten las diferencias entre el PSC y ERC: un electorado muy distinto al que hay que dar satisfacción, unos objetivos a medio plazo también diferentes, los socialistas condicionados por el PSOE y ERC condicionada por CiU. Además, aunque el estilo de los consellers republicanos sea distinto al del glorioso tripartito anterior, la cultura política de sus militantes y de muchos votantes no es nada seguro que haya cambiado: algunos partidarios debe de tener Carretero.
De momento ha habido sólo escaramuzas: bandera española, tercera hora de castellano, ley de Dependencia, aplicación del Estatut. La hora de la verdad será el momento de afrontar la sentencia del Tribunal Constitucional, como la hora de la verdad en el tripartito anterior fue el referéndum. Ahí las bases de ERC se impusieron a la dirección. Y las bases -que no pisan la moqueta de los despachos- siguen ahí, al acecho, así como también la opinión pública, además de la probable actitud demagógica de CiU. ¿Podrá Montilla controlar el momento culminante? ¿O volveremos a las andadas y la situación se volverá a desestabilizar? En los primeros cien días, todos los fuegos han podido apagarse.
Per Xavier Bru de Sala, també a La Vanguardia, l'element comú entre l'actual i l'anterior tripartit és el plom. Abans el tenia a l'ala i ara el té en els peus.
El primer tripartito se propuso hacer algo de veras importante, con resultado de sobras conocido. El segundo no plantea nada relevante. ¿Logrará algo más? A lo mejor, convencer a la ciudadanía de su capacidad para gestionar el día a día sin sustos ni aspavientos. En términos generales, es lo que se le pide.
El elemento en común es el plomo. Maragall y Carod lo llevaban en el ala. Montilla y Carod se lo han puesto hasta en las suelas de sus zapatos. De otro modo no hubieran durado ni cien días. Hay ahora más plomo que entonces, mucho más, pero está en un lugar, los pies, que no contribuye a la ligereza de andares (ni a la de cascos), pero resulta muy útil si lo que se pretende es la estabilidad.
El segundo tripartito se ha planteado como un tentetieso. Tal vez no lleve a cabo una grácil andadura ni llegue muy lejos (salvo en el tiempo). Tal vez vaya desprovisto de una auténtica agenda. Puede recriminársele su falta de iniciativa política, pero como el muñeco así denominado, resulta imposible de tumbar. En caso de zozobra recobra la verticalidad por sí mismo. Dadas las circunstancias, a mucho más no podríamos aspirar sin sufrir serios riesgos. ¿Cuánto va a durar esta tesitura? Si el plomo no se topa con un insospechado fusible, unos 500 días. Tal vez hasta mil.