Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst

Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.

Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.

diumenge, 17 de febrer del 2008

Embarcats en el Titànic

Mentre altres països emprenien reformes econòmiques importants, aquí vivíem del "cuento". Ara, quan el vaixell fa aigues per tots costats, el govern de Zapatero es comporta com l'orquestra del Titànic. Ho explica avui en Xavier Sala i Martin a "La Vanguardia".
Pero, en lugar de reformar, España seguía basando su crecimiento en el ladrillo, hasta el punto que entre el 15% y el 19% del PIB español dependía de la construcción (en comparación, en Estados Unidos esa proporción no llegaba al 5%). Eso creó una dependencia tan grande que ponía en peligro las bases del crecimiento si algún día llegaba la crisis al sector.

Y, naturalmente, la crisis llegó al sector. Y, lógicamente, España no estaba preparada porque la rana ya estaba hervida: las familias americanas “subprime” dejaron de pagar su hipoteca, las viviendas bajaron de precio, los consumidores se empobrecieron, los bancos dejaron de prestar y se precipitó la recesión. Claro que todo eso sucedía en Estados Unidos… o al menos eso proclamaban nerviosamente esperanzados el presidente Zapatero y el ministro Solbes.

El problema es que luego llegaron los dramáticos datos del mes de enero: la inflación más alta de los últimos 12 años, la producción industrial se derrumbó en 2,4 puntos (la mayor caída de los últimos 6 años), el índice PMI empresarial sufrió el descenso más brusco de la historia al pasar de 51 a 42, el paro sufrió el mayor aumento desde que se construyen estadísticas, las reservas de vivienda bajaron en un 60% (lo que obligará a reducir todavía más la construcción en los próximos meses), el déficit exterior llegó al 10% del PIB, el stock de divisas cayó hasta 13.000 millones y sólo permite comprar el equivalente de 12 días de importaciones, la confianza de los consumidores se desmoronó de 72,3 a 70,9 y la bolsa sufrió dos desplomes históricos en una semana.

¿Y qué hicieron los líderes españoles ante todo esto? Pues, de hecho… ¡nada! Se limitaron proclamar que el superávit fiscal representaba un gran seguro para el país y que todo iba la mar de bien. Pero en economía, la actitud del gobierno es importante, aunque sólo sea para no generar desconfianza. Si uno dice que no pasa nada pero los números indican lo contrario, uno da la impresión de que está perdido, o que no entiende que existe un problema, o que no sabe solucionarlo… o, simplemente, que está rezando para que la crisis no explote hasta después de las elecciones, a ver si le salva la campana. Sea como fuere, esa actitud pasiva e interesadamente optimista provoca una desconfianza que no hace más que empeorar la situación.