Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst

Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.

Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.

dijous, 12 de febrer del 2009

Així som

En la destacada cobertura informativa dels mitjans catalans de la mort de l'exdelegada del govern a Catalunya, Julia García Valdecasas, alguna cosa em va semblar estranya, fora de lloc. Però no hi vaig pensar més. Fins avui, quan l'habitual article de Francesc de Carreras a La Vanguàrdia exposa allò que era evident: la repugnant hipocresia políticomediàtica d'aquest país.
Un recién llegado a Barcelona que desconociera los entresijos de nuestra historia reciente pensaría que siempre ha existido un amplio consenso entre la clase política sobre la alta valoración de la fallecida en el desempeño de sus cargos públicos. Sin embargo, cualquiera que recuerde lo que sucedía en aquellos tiempos sabe que la realidad fue otra: Julia García-Valdecasas fue objeto de injustificados ataques, continuas burlas, bromas de muy mal gusto, todo ello en medio de un degradante pitorreo que aguantó con sobrio estoicismo. Quizás algunos responsables, por activa o por pasiva, de estas vergonzosas actitudes vejatorias asistieron a los funerales y dieron el pésame a la familia: ¿lo hicieron con la conciencia tranquila? (...)

A Julia García-Valdecasas se la criticó sobre todo por dos motivos de esta índole.

Primero, porque hablaba un catalán notoriamente mejorable, dado que no era el idioma que habitualmente utilizaba, y quizás también porque el tono en el que hablaba castellano era el propio de muchos barceloneses que han vivido siempre entre Sant Gervasi y Pedralbes, las zonas de la Barcelona pija, para decirlo con toda claridad. Segundo, porque su padre, catedrático de la universidad, por cierto discípulo de Juan Negrín y maestro de Josep Laporte, fue el rector que a fines de los sesenta expulsó de la universidad por razones políticas a un buen número de estudiantes y profesores. Incluso algunos la descalificaban sin más porque un lejano pariente suyo tuvo un cierto protagonismo en la fundación de la Falange en 1933.

El primer motivo es obviamente irrisorio y respecto del segundo no tenía responsabilidad alguna. En ambos casos había un punto de partida inaceptable: no se pretendía criticar su acción de gobierno, sino deslegitimarla de entrada ante la opinión pública por anticatalana, franquista y hasta falangista.