Adéu a Nihil Obstat | Hola a The Catalan Analyst

Després de 13 anys d'escriure en aquest bloc pràcticament sense interrumpció, avui el dono per clausurat. Això no vol dir que m'hagi jubilat de la xarxa, sinó que he passat el relleu a un altra bloc que segueix la mateixa línia del Nihil Obstat. Es tracta del bloc The Catalan Analyst i del compte de Twitter del mateix nom: @CatalanAnalyst Us recomano que els seguiu.

Moltes gràcies a tots per haver-me seguit amb tanta fidelitat durant tots aquests anys.

dimecres, 17 d’agost del 2011

El 20-N no servirà per solucionar la crisi

Xavier Sala i Martín:
El problema surgió cuando, en lugar de tratarla [la crisis] como una crisis de deuda con falta de productividad, las autoridades, animadas por el fantasma de un Keynes misteriosamente resucitado, la trataron como si fuera de demanda: Keynes se hizo famoso en los años treinta, cuando diagnosticó que la gran depresión del 29 era una crisis de demanda y recomendó el aumento del gasto público financiado con deuda. Desde entonces, sus seguidores piensan que todas las recesiones son de demanda y siempre recomiendan aumentar el gasto público. Y es posible que la de 1929 fuera una crisis de demanda, ¡pero eso no quiere decir que todas las crisis lo sean! En cualquier caso, en el 2008 todos los gobiernos del mundo se dedicaron a aumentar el gasto público.

Por desgracia, la crisis no era de demanda sino de exceso de deuda. Y como los ingresos fiscales habían caído, el aumento de gasto que nos tenía que salvar sólo se podía financiar con endeudamiento. La deuda pública se disparó y nos encontramos en una situación paradójica y esquizofrénica, ya que una crisis de exceso de deuda se intentaba solucionar con (por favor, no se rían)… ¡más deuda! ¡Era como intentar cuidar el alcoholismo con dosis intensivas de vodka! No hace falta ser muy listo para ver que esta locura sólo podía empeorar las cosas y, naturalmente, las cosas empeoraron.

Y es que también se popularizó la burda idea de que los mercados no funcionan y que el Estado ha de intervenir masivamente, y eso llevó a los gobiernos a querer rescatar a todo el mundo que no podía pagar, desde bancos hasta gobiernos amigos. Lo hacían como si sus recursos fueran ilimitados aunque, en realidad, no tenían ni un euro y todo lo que gastaban en rescates no hacía más que aumentar la deuda pública. Hasta que llegó el día en que los prestamistas dudaron de su capacidad de devolver el dinero. Primero desconfiaron de los gobiernos periféricos de Grecia, Irlanda y Portugal. Después de Italia y España. Ahora aparecen dudas sobre Francia y Estados Unidos. Pronto desconfiarán de Alemania.

Fíjense ustedes que (Irlanda y Grecia aparte) los acreedores no dudan de que los países tengan bastante dinero. Todo el mundo sabe que en Estados Unidos hay bastantes dólares para pagar lo que haga falta. Desconfían de la capacidad política de sus líderes de apropiarse de los recursos necesarios para pagar las deudas. Los problemas no llegaron a EE. UU. hasta que demócratas y republicanos juguetearon con la insolvencia intentando obtener réditos electorales. En España, no sólo dudan de la capacidad del Gobierno actual (que hace trampas cuando dice que reduce el déficit, cuando lo que hace es pasarlo a los gobiernos autonómicos y locales) sino también de Rajoy, que afirma ilusamente que impondrá un plan de austeridad sin dolor. Como eso es una quimera (la austeridad comportará dolor), los mercados no creen ni que las elecciones del 20-N solucionen el problema.